FYI.

This story is over 5 years old.

arte

¿Crees que podrías empatizar con un robot?

"La Cour des Miracles" es una instalación de robots creada por Louis-Philippe Demers y Bill Vorn que demuestra la posibilidad de sentir compasión por las máquinas.

Imágenes de Joey Kennedy, cortesía de los artistas

A medida que la marcha del progreso ha ido llevado a los robots del mundo hacia un valle misterioso cada vez más profundo, acercándolos a una imitación de lo humano cada vez más exacta, vamos a tener que empezar a decidir qué sentimientos nos despiertan, y si podemos o no empatizar con estos robots.

Louis-Philippe Demers y Bill Vorn, creativos especialistas en robótica responsables de la instalación La Cour des Miracles, que se puede ver en la Gallería Wood Street en Pittsburgh, Pensilvania, han titulado su trabajo en honor a un barrio parisino históricamente habitado por mendigos que fingían estar enfermos o heridos. De forma similar, los roboresidentes de La Cour des Miracles imitan disfunciones con la intención de obtener una reacción emocional por parte de los espectadores humanos. Con nombres como la máquina convulsiva, la máquina rastrera y la máquina coja, los autómatas nos hacen plantearnos la siguiente cuestión: ¿Es posible sentir compasión por un robot?

Publicidad

Demers y Vorn cuentan entre ambos con una experiencia de más de 45 años en la creación de instalaciones artísticas, desde el Blind Robot hasta la Mega Hysterical Machine, siendo Cour uno de sus primeros proyectos inaugurado en 1997. Hablamos con Louis-Philippe Demers y Bill Vorn para que nos ofrecieran su visión sobre las futuras relaciones entre robots y humanos según sus años de experiencia trabajando en este medio:

Los dos habéis creado varios proyectos que utilizan robots para obtener una reacción emocional. ¿Podéis explicarme cómo os empezasteis a interesar en la robótica y en la interacción entre robots y humanos?

Nos conocimos en un proyecto multimedia. A partir de nuestra formación en música, iluminación, interpretación y teatro, nos interesamos en un contexto donde pudiéramos articular estos medios, de aquí nació el concepto de darles movimiento con la ayuda de la robótica.

A través de varias obras fuimos expandiéndonos hasta llegar a la vida artificial, la nueva inteligencia artificial y el estudio de la percepción del comportamiento de las máquinas.

¿Cómo ha ido creciendo La Cour de Miracles a partir de ideas de vuestras instalaciones robóticas anteriores?

La Cour des Miracles fue en realidad nuestro cuarto proyecto robótico. Fue creado en 1997 y en ese momento los proyectos anteriores principalmente se basaban en imitar un prototipo un cierto número de veces para poder crear comportamientos colectivos. Con La Cour, las cosas cambiaron un poco porque construimos máquinas de diferentes clases para crear personajes específicos. Sin embargo, había cosas que eran una continuación de proyectos anteriores, como el uso del sonido y de la luz, por ejemplo.

Publicidad

¿Podéis describir el proceso de la programación de robots para conseguir que se comporten como las personalidades que representan? ¿En qué se diferenció la programación de la máquina mendiga de la de la máquina hereje, por ejemplo?

Hay una relación estrecha entre la morfología de un robot y su comportamiento. El cerebro de un humano necesita en cierta medida a su cuerpo para comportarse y la programación de los robots se basa en este hecho. Utilizamos lo que se ha estado llamando hace poco computación morfológica (o computación natural), es decir, la forma y los materiales del cuerpo que llevan a cabo parte del comportamiento. Con la máquina convulsiva, no hay un programa explícito que haga que el robot tiemble de forma nerviosa, la estructura se encuentra atornillada por la parte de debajo en el suelo creando una tensión preexistente en la estructura básica, y el programa solo da un impulso para que el robot se mueva de forma impredecible con una aparente convulsión.

Los nombres de las máquinas indican su comportamiento, de modo que su movimiento, forma y la escenografía que les rodea derivan y están dictados por estos nombres. La programación tampoco es un script directo, utiliza los principios de la “subsunción", donde varios comportamientos compiten de forma interna para controlar un músculo determinado (cilindro) o luz o sonido del robot. Por ejemplo, un robot puede estar inactivo y luego, al detectar un visitante próximo, se lanza un reflejo. Con el tiempo este reflejo puede derivar en una reacción de defensa o en una reacción de enfado. Se trata de una metáfora similar a nuestra propia forma de comportamiento de varios niveles (el nivel de reflejo, el nivel vegetativo, el nivel de excitación, etc…).

Publicidad

¿Cuál fue el mayor reto en el proceso de diseño de esta instalación? ¿Hay algo que queríais incluir o programar y que no pudisteis? 

Hicimos prácticamente lo que queríamos hacer. Por supuesto, fue difícil probar toda la instalación antes de la primera exposición porque no teníamos el espacio para ello, pero finalmente salió todo muy parecido a como esperábamos.

¿Qué tienen estos robots que podría inspirar empatía a los espectadores? ¿Hay algún comportamiento particular en los "personajes" que creáis que podría despertar la compasión de los humanos?

Los humanos antropomorfizamos a los objetos, incluyendo los robots. Mediante este reflejo, que aprendemos de forma innata y social, un objeto que parezca sentir dolor seguramente inspirará compasión a los espectadores.

Entre una caricatura social y una forma abstracta, las máquinas pueden despertar la compasión humana. Al intentar encontrar el centro neurálgico de esta reacción, las investigaciones sobre la percepción del movimiento nos pueden ayudar a entender lo que está pasando aquí. Sabiendo perfectamente que estas máquinas son solo una construcción de metal, deben de ser estos movimientos los que tocan la fibra sensible a los humanos. Las neuronas espejo y la percepción de la animación y la causalidad son ingredientes que nos llevan a buscar similitudes en la estructura del cuerpo para entender el comportamiento de los ostros, es empatía de observar el dolor entre humanos.

Publicidad

La inteligencia artificial es una cosa, pero ¿qué me es lo que más os fascina de la conexión entre robots y humanos? 

Para nosotros, se trata de una forma de teatro donde los robots son los actores, así que es normal que queramos que los espectadores proyecten sus emociones hacia ellos. Lo que nos fascina son las múltiples interpretaciones que surgen de este encuentro con el público.

¿Describiríais este trabajo como político? Si se supone que los visitantes han de sentir compasión por robots que mendigan, ¿se está sugiriendo que los humanos tratamos a los mendigos sintecho (como los de Cour de Miracles) como objetos mecánicos?

La obra trata de la percepción. Por supuesto, utilizar metáforas sociales nos lleva a la política, pero preferimos dejar esas cuestiones abiertas. Como ya dijimos en 1998, la obra trata de la naturaleza mecánica profunda de la humanidad y de la humanización de las máquinas.

¿Cómo reacciona la gente ante la instalación? ¿En que se parece o difiere de lo que habíais imaginado?

Solo vimos al público en la inauguración. Había mucha gente porque tuvo lugar durante un evento de visita de varias galerías. Algunas personas pasaron de largo, mientras que otras se quedaron durante más tiempo. En Pittsburgh, no vimos ninguna reacción inesperada que fuera contraria a lo que pasa normalmente.

Hay muchas historias donde la humanidad pierde el control sobre las máquinas que ha creado, Matrix y Terminator son solo dos de los muchos ejemplos. Basándoos en vuestra experiencia con la robótica, ¿creéis que esta es la forma en la que va a progresar la tecnología? ¿Vuestra instalación explora o refleja un posible futuro para los robots? 

Publicidad

En realidad, nuestra obra no es sobre el futuro mundo de la robótica. Esto es lo que está pasando ahora. La ciencia ficción representa mundos distópicos o utópicos; estamos observando la vida mundana de la máquina, un reflejo de nosotros mismos.

El concepto de la interacción entre humanos y robots se está haciendo cada vez más relevante, a medida que las infraestructuras se hacen más automatizadas. ¿Qué creéis que tiene que hacer la gente para ajustarse a un mundo lleno de robots?

La gente no tiene que hacer nada, los robots serán los que se ajusten.

La Cour de Miracles es un proyecto de la fundación Pittsburgh Cultural Trust. Louis-Philippe Demers y Bill Vorn presentan la pieza junto con DSM VI (2012), que comenta la inestabilidad mental a través de la robótica. Descubre la amplia experiencia de los artistas con los robots a través de sus páginas de portfoli: Louis-Philippe DemersBill Vorn.

Artículos relacionados:

Unos androides asisten al concierto de Damon Albarn en Japón

Una trepidante pista de drum 'n bass creada por robots

¿Podría este robot de cocina digital substituir a un chef?