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El diseñador de producción de “El gran hotel Budapest” ha sido nominado a un Óscar por su trabajo

Adam Stockhausen nos habla de la creación del mundo imaginario de Wes Anderson.
Imágenes cortesía de Fox

El hotel de color rosa chicle de la película de Wes Anderson no es una localización real, sino una combinación de los interiores del antiguo centro comercial Görlitzer Warenhaus, un hermoso modelo en miniatura de 35 x 17 cm y pinturas de paisajes para los decorados. Todo detalle presente en el mundo que Anderson creo meticulosamente para la película, desde los suculentos pastelitos de la pastelería ficticia Mendl, hasta las alfombras que se extienden por el vestíbulo del hotel, pasaron por la mirada experta del diseñador de producción Adam Stockhausen antes de ponerse en práctica. El trabajo de Stockhausen ha merecido una de las nueve nominaciones a los Óscar de la película, y es ya la segunda vez que el diseñador de producción opta por una estatuilla después de que en el 2013 fuera nominado por 12 años de esclavitud.

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Un boceto de los exteriores del hotel

“Todo empieza con un montón de investigación. Recogimos una amplia cantidad de información”, dijo Stockhausen a The Creators Project. Lo que supuso que tuviera que viajar con su equipo a la República Checa y al este de Alemania para salir en busca de la ciudad alpina de ficción de la República de Zubrowka, o al menos de los detalles para ella que pudieran recoger a partir de localizaciones reales. Por ejemplo, cuando Stockhausen entró el centro comercial Görlitzer Warenhaus, quedó impresionado por su estado de conservación, y dada su amplitud y estilo romántico de la arquitectura de Art Nouveau supo que era el lienzo perfecto para situar la historia.

Boceto del ascensor

Al principio del proceso, Stockhausen también visitó la librería del Congreso para inspeccionar su colección fotocromos o de primeras postales en color, centrándose en grandes columnatas y hoteles situados sobre colinas. La colección entera, según explicó Stockhausen, le recordaba a un “diario de viaje por Europa”, aunque en lugar de mostrar monumentos como el Big Ben o la Torre Eiffel, advirtió que las postales de aquella época mostraban una visión más amplia de Europa, en el sentido de que descubrían lugares recónditos de cuya existencia no muchos sabían. A partir de estas imágenes, la paleta de colores pastel y la estética retro se convirtieron en algo muy importante para la estética general de El gran hotel Budapest.

Uno de los fotocromos que inspiraron la estética de "El gran hotel Budapest".

Una de las escenas favoritas de Stockhausen se rodó en una estación de trenes. En ella, el tren para en la estación y Edward Norton se acerca a la cámara, se inclina y olfatea en busca del protagonista de la película, M. Gustave (Ralph Fiennes). El equipo había estado investigando cómo eran los trenes y estaciones de la época, pero no logró dar con nada que se adaptara a lo que querían. Sin embargo, en lugar de crear todo un plató de rodaje para la estación, decidieron invertir toda la escena para que los espectadores la vieran desde dentro del tren, “de este modo solo era necesario tener un pequeño marco de la estación para dar la sensación de que estás dentro el tren cuando llega a la parada”, explicó Stockhausen. A continuación, el equipo hizo un travelling sobre un apartadero que pintaron y adaptaron para transformarlo en unas vías de tren improvisadas.

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Para Stockhausen, el diseño de producción consiste básicamente en la solución de problemas. Él y su equipo se pasaron el tiempo pensando en formas creativas para dar vida a la visión de Anderson. Por ejemplo, mientras se encontraban en busca de localizaciones, encontraron unos pueblos alemanos dedicados a la caza abarrotados de taxidermia. “Era una imagen muy impactante", dijo, "tuvimos claro que teníamos que llevarla a la película y la lectura del testamento era una ocasión perfecta para hacerlo”. Además, sentían admiración por las pinturas de Klimt, en especial por aquellas de abedules, así que el resultado fue un decorado con una mezcla de bosques de abedules y criaturas disecadas.

La localización para la pastelería Mendl se creó en dos partes. La fachada, que debía ser tan “preciosa como las pastas”, la tomaron prestada de una tienda de quesos de Dresden, mientras que la ennegrecida y sombría zona de cocción de la parte posterior tuvieron que filmarla en otro sitio. "Es gracioso ver la crema rosa, verde y amarilla de los pasteles en un espacio completamente cubierto de hollín", dice Stockhausen.

Stockhausen cree que este trabajo de crear espacios y ambientes para el desarrollo de una historia es tan emocionante como acojonante. Por suerte, él y Anderson han conseguido perfeccionar un método para construir escenas a partir de cientos de elementos, empezando desde una visión general y luego ajustando cada detalle uno por uno. "La forma en que percibimos una historia queda muy influenciada por el escenario donde se cuenta", dijo Stockhausen. "El cine creo que tiene mucho impacto por ser un medio muy visual. Es realmente emocionante formar parte del proceso de contar esas historias".

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Traducción de Rosa Gregori.