FYI.

This story is over 5 years old.

cine

Imágenes de vanguardia que ayudaron a difundir el comunismo soviético

"Si queremos transformar una sociedad, tenemos que hacerlo a nivel político pero también a nivel estético".
Arkady Shaikhet, Assembling the Globe at Moscow Telegraph Central Station, 1928, copia a la gelatina de plata. Colección de Alex Lachmann. Obra © Legado de Arkady Shaikhet, cortesía de la galería Nailya Alexander.

La Unión Soviética normalmente se ve desde Occidente como un lugar frío y desalmado donde no hay espacio para la libertad de expresión ni la espontaneidad artística. Tal idea errónea se explica porque la mayoría de las referencias a la URSS que encontramos en la cultura popular incluyen representaciones de drones despiadados del gobierno o víctimas hambrientas y abatidas. Pero lo cierto es que formas de arte como la danza, vídeo, teatro y fotografía ocupan un papel importante dentro de la identidad cultural soviética, y no siempre por una razón política. The Power of Pictures: Early Soviet Photography, Early Soviet Film, una exposición que acogió el Museo Judío de Nueva York se encargó de representar un momento en que el entusiasmo revolucionario todavía permanecía vivo, y fotógrafos y cineastas utilizaban sus habilidades para difundir sus ideas sobre el gobierno.

Publicidad
TJM_657-PowerOfPictures_F005-Petrusov.jpg

Georgy Petrusov, Caricatura de Alexander Rodchenko, 1933–34, copia a la gelatina de plata

. Colección de Alex Lachmann. Obra © Georgy Petrusov, cortesía de la colección de Alex Lachmann.

La exposición recogió “asombrosas fotografías y vídeos de la vanguardia soviética que van desde la Revolución hasta 1930 y que destacan el impacto que tuvo el arte sobre el cambio social y el compromiso político radical”. Los primeros gobiernos soviéticos promovían formas de arte radicales y poco convencionales, bajo la creencia de que eran un símbolo del cambio político radical. En un momento en el que el 70 por ciento de la población era analfabeta, las ilustraciones y carteles solían ser la forma más efectiva de comunicarse con las masas. Al parecer, “El propio Lenin declaró que la cámara, tanto como la pistola, era un arma importante en la lucha de clases”. No fue hasta que llegó el gobierno de Stalin que se introdujo una visión más conservadora, aunque los buenos artistas siempre encuentran la forma de trabajar y el arte consiguió no perder originalidad.

Imagen de Dziga Vertov, Man with a Movie Camera, 1929, película en blanco y negro, 68 min. Imagen cedida por Deutsche Kinemathek.

Entre 1917 y 1930, los artistas que se consideraban agentes activos y de éxito para la transformación social aprovecharon las influencias constructivistas, modernistas y de vanguardia para diseminar la ideología comunista. The Power of Pictures demuestra que las obras artísticas producidas con este fin “abarcaban una gama mucho más amplia de estilos artísticos y contenido temático que las que previamente habían recibido un reconocimiento”. El estilo gráfico reconocible al instante de las publicaciones y carteles seleccionados “reflejan los ideales utópicos y la estética rigurosa y experimental que se aplicó a muchas formas de esfuerzo creativo durante la primera etapa de la era soviética. Casi un siglo después de su creación, muchas de estas obras todavía guardan una sensibilidad fresca y reveladora”.

Publicidad

The Creators Project habló con Jens Hoffmann, director del Museo Judío, sobre la importancia que estas imágenes tienen hoy en día y el papel del arte en la esfera política:

Moisei Nappelbaum, Stalin, sobre 1934, copia a la gelatina de plata

. Colección de Alex Lachmann.

The Creators Project: La nota de prensa dice que la exposición “revisita un momento de la historia en que los artistas actuaban como motores del cambio social y el compromiso político radical”. ¿Dirías que eso ha dejado de ser así? 

Jens Hoffmann: Esta afirmación es difícil de generalizar. Obviamente hay artistas que todavía muestran un fuerte compromiso político, y también depende del contexto en el que se mueve un artista. Los artistas de Asia hacen un trabajo diferente al de los artistas de África o Europa, y algunos son más políticos que otros. Sobre todo, no hay tanta preocupación por los temas sociales y políticos en el arte como en otros momentos de la historia. Sin embargo, siempre hay que andar con mucho ojo cuando se usa el arte como herramienta al servicio de propagar unas ideas o programas políticos específicos. Para mí, el radicalismo político siempre tiene que ir de la mano con el progreso estético.

Anton Lavinsky, cartel para Battleship Potemkin, 1925, litografía. Colección de Merrill C. Berman

¿Tiene el arte político un papel diferente hoy en día? y ¿tienen las imágenes un papel diferente en la esfera política dentro de la era digital?

No creo que las imágenes tengan un papel diferente, pero sí un papel mucho más grande. Vemos imágenes constantemente —en ordenadores, tabletas, iPhones, pantallas de televisión, etc.— no hay escapatoria y eso ha cambiado nuestra relación con las imágenes. Las imágenes eran, o al menos eso creíamos, una documentación objetiva de un evento o situación, mientras que hoy somos muy conscientes de que las imágenes se pueden manipular y hemos dejado de confiar en ellas. Nuestra visión sobre la representación ha cambiado.

Publicidad

Anatoly Belsky, cartel para Five Minutes, dirigida por Alexander Balagin y Georgy Zelondzhev-Shipov, 1929, litografía. Colección de Merrill C. Berman

¿Crees que hay algún artista contemporáneo que sea descendiente directo del movimiento representado por estos artistas, ya sea en sentido político o artístico?

Hay muchos artistas cuyo trabajo se basa en artistas como Rodchenko o Lissitzky, que representan un enfoque político radical en la creación de arte que a su vez traspasa las fronteras formales. Martha Rosler, Andrea Bowers, Dan Voh, Felix Gonzales-Torres, Shuddhabrata Sengupta, Park McArthur, la lista sigue y sigue…

Georgy Zelma, Voice of Moscow, 1925, copia a la gelatina de plata

. Colección de Alex Lachmann.

¿Qué esperas que se lleven de la exposición los espectadores modernos?

El aspecto más importante de la exposición es la fusión entre la política y el arte. Si queremos transformar una sociedad, tenemos que hacerlo a nivel político pero también a nivel estético. Y, obviamente, tenemos que procurar que la política no emplee el arte únicamente como herramienta para diseminar ideologías radicales.

Aquí abajo puedes ver otras imágenes de la exposición:

Arkady Shaikhet, The Parachutist Katya Melnikova, 1934, copia a la gelatina de plata

. Colección de Alex Lachmann. Obra © Legado de Arkady Shaikhet, cortesía de la galería Nailya Alexander. 

Alexander Rodchenko, Stairs, 1929–30, copia a la gelatina de plata

. Fundación Sepherot, Vaduz, Liechtenstein. Obra © Legado de Alexander Rodchenko (A. Rodchenko y V. Stepanova Archive) / RAO, Moscú / VAGA, Nueva York. Imagen cedida por la Fundación Sepherot.

Arkady Shaikhet, Express, 1939, copia a la gelatina de plata

. Galería Nailya Alexander, Nueva York. Obra © Legado de Arkady Shaikhet / cortesía de la galería Nailya Alexander.

Traducción de Rosa Gregori.

Artículos relacionados:

El activista ruso Petr Pavlensky nos habla de la censura en su país

El nuevo mural de Banksy retrata a Steve Jobs como un refugiado sirio

La crisis de los refugiados en el mundo del arte