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Música

Un documental sobre músicos malienses que luchan por salvar su música

La cinta se centra en un grupo de músicos malienses cuyas vidas se vieron amenazadas por la imposición de la sharia en la región.
Songhoy Blues © Andy Morgan

A principios del 2012, separatistas tuaregs del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA, por sus siglas en inglés) unieron sus fuerzas con las del grupo islamista Ansar Dine y lograron derrocar al gobierno de Mali. El grupo Ansar Dine, que ha sido relacionado con Al Qaeda, aprovechó la oportunidad para frustrar los planes de independencia de MNLA e imponer la sharia en los territorios del norte conquistados, incluyendo Kidal, Gao y Tombuctú.

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Los oponentes del nuevo régimen abandonaron sus hogares en busca de un lugar seguro, como la capital de Mali, Bamako o el país de Burkina Faso, y aquellos que se quedaron sufrieron castigos extremos y la amenaza de muerte por parte de los ocupantes. El nuevo documental de la directora Johanna Schwartz, They Will Have To Kill Us First, que se estrenó en SXSW y se llevó el premio al mejor documental en el CIMMFEST hace un par de semanas, se centra en un grupo de músicos malienses cuyas vidas se vieron amenazadas por la invasión, este grupo está formado por Khaira Arby, Fadimata “Disco” Walet Oumar, Moussa y sobre todo el cuarteto Songhoy Blues. Como bien dijo Andy Morgan, autor del libro Music, Culture, and Conflict in Mali y colaborador de Schwartz, “Lo que está pasando en Mali no es una guerra contra el terrorismo, es una guerra contra la cultura”.

La cinta presenta un resumen del conflicto relacionándolo con la peligrosa realidad de dedicarse a crear arte en la región, y cuenta con una banda sonora original del guitarrista Nick Zinner (que produjo el álbum de debut de Songhoy Blues, Music in Exile, editado por Transgressive Records) y temas nuevos del rapero Amkoullel, Abdallah Ag Alhousseini del grupo Tinariwen y Afel Bocoum, entre muchos otros. Hablamos con Schwartz y Zinner sobre este proyecto que han logrado concluir tras dos años de trabajo.

The Creators Project: ¿Dónde conocisteis a Songhoy Blues?

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Nick Zinner: Los conocí durante Africa Express. Fue un proceso de audición muy loco donde tocaron 20 grupos la primera noche que estuvimos allí, y teníamos que verlos y decidir cuáles nos gustaban y con cuáles queríamos trabajar. Entonces tocó Songhoy y así es como Marc-Antoine [Moreau] los descubrió. Al día siguiente hicimos dos temas con ellos, uno de ellos el primer single del grupo, “Soubhor”, que empezaron a recibir mucha atención. En ese momento, Marc y el grupo decidieron que querían trabajar juntos y unos ocho meses después volvieron a grabar.

En el documental, es alucinante lo rápido que se pillan las personalidades de cada uno de los miembros del grupo [formado por Aliou Toure, Oumar Toure, Garba Toure y Nathanael Dembele].

Johanna Schwartz: Marc siempre bromeaba porque son un poco como los Beatles con su propia identidad. Aliou es un líder muy intenso pero increíblemente inteligente, es licenciado en derecho y podría ejercer. Garba es una persona extraordinariamente risueña y uno de los mejores guitarristas que jamás he visto y Oumar es otro tipo increíblemente inteligente. Luego está Nathaniel, que es el bebé del grupo y anda cubierto de brillantes y esas cosas.

[Para Zinner] Cuando volviste a África occidental para trabajar con el disco de Songhoy, ¿cómo fue tu colaboración con la banda desde el punto de vista de la producción?  

Zinner: Por aquel entonces me habían enviado como unas 20-25 demos y yo seleccioné mis favoritas. Luego tuve que destriparlas y volver a construirlas, pero intentando hacerlo de un modo muy natural. No quería imponer mucho la idea que yo tenía de cómo tenía que ser, sino dejar que fuera lo más fiel posible a lo que ellos querían, escuchando lo que sentía la banda.

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¿Cómo se llama ese estilo específico de música de guitarras maliense con el que trabajaste?

Zinner: Creo que se podría englobar en la etiqueta desert blues, pero si te soy sincero tampoco sabía mucho sobre la música de Mali antes de llegar allí. Solo conocía a Amadou y Mariam, y luego conocí a Tinariwen. Fue un gran proceso de aprendizaje para mí. Creo que como guitarrista en seguida me sentí identificado, porque en realidad viene del mismo sitio, la historia del blues viene de África y África occidental. Para mí, la música no fue un shock tan grande como la cultura, así que pensé: 'Genial, me puedo identificar con esto inmediatamente'.

Schwartz: La música es básicamente el quinto personaje de la cinta. Mostramos la traducción de muchas de las canciones en pantalla y eso ayuda a contar la historia y a dar una visión de cómo se sienten los personajes en cada momento, es casi como una voz humana.

[Para Johanna] Ibas a ir al Festival in the Desert de Mali, ¿decidiste hacer el documental cuando se cancelaron tus planes?

Schwartz: Así es. Fue más una decisión instintiva. Soy superfan de la música y tenía planeado ir al festival ese año, pero cancelé mi viaje cuando estalló el conflicto y cambié mi vuelo para ir como periodista en lugar de turista. No fue cuestión de tomar una decisión, sino que al descubrir esta historia extraordinaria sentí que podría hacer un buen trabajo contándola.

¿Cómo abordaste la inmersión en las comunidades malienses entre las que estabas rodando?

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Creo que la gente de allí estaba muy dispuesta a interactuar con nosotros y hablarnos sobre lo que estaba ocurriendo. También ayudó que tuviéramos a gente maravillosa y muy respetada a nuestro lado, como Andy Morgan. Todo el mundo en Mali conoce a Andy, y él aceptó trabajar conmigo en el documental.

¿Cómo fue el proceso de creación de la banda sonora? 

Schwartz: Una vez acordamos que íbamos a hacer el documental, le asigné a Nick una tarea muy difícil. Como hay temas tan discordantes en este documental y los personajes son tan diferentes, básicamente dije que la música debía transmitir el caos de la historia que se cuenta, porque la situación en Mali es un caos. Fue una orden muy concisa y difícil de seguir, pero Nick lo bordó.

Zinner: Tenía que funcionar dentro del contexto. Ahora vivo en LA, trabajamos durante una semana y media en un estudio que tengo allí. Johanna nos había enviado un montaje previo, como tres cuartos de las imágenes, así que estuvimos considerando las ideas de Marc-Antoine, que vino a LA, para ver lo que podía funcionar y lo que no. Luego trabajamos una semana en París con Johanna y Sarah. Es genial poder trabajar junto con los directores, porque en ocasiones haces algo que crees que es perfecto e increíble, pero entonces el director te dice: "Mmm, me gustaría que fuera más festivo", y tú no sabes lo que eso significa, ¿quiere más percusión? ¿o qué? Así que es genial poder repasarlo todo deteniéndote en cada escena.

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Se trata de un conflicto que en gran parte todavía sigue vivo, ¿cómo encontrasteis una conclusión lógica para el documental?

Schwartz: Fue también una cuestión de instinto. Cuando Khaira me dijo hace más de un año que estaba pensando en dar a un concierto en Tombuctú para devolver la música a la ciudad, supe de algún modo que sería un final realmente fantástico. No estábamos seguros de qué iba a pasar hasta que estuvimos ahí filmándolo, así que rodamos tres o cuatro finales diferentes por si acaso.

El proceso se nutre de diferentes puntos de vista desde los que se presenta el material, y muchos de ellos se ofrecen tanto por parte de medios profesionales como aficionados.

Schwartz: Para esta historia necesitaba contar con un equipo, porque hay cosas que suceden en Gao, en Tombuctú, en Bamako, etc. Algunas de las mejores escenas las filmaron nuestro personal maliense, y trabajamos con Aris Roussinos y Tanya Bindra, que es un increíble fotoperiodista que vive en Mali y se encarga de cubrir el conflicto. Solo tuvimos que reunir a un extraordinario equipo de cineastas de la zona.

They Will Have To Kill Us First se estrenará en los Estados Unidos el próximo otoño. Para más información sobre el documental, visita theywillhavetokillusfirst.com, y aquí puedes escuchar la música de Songhoy Blues.

Traducción de Rosa Gregori.

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