¿Vale la pena pagar por congelar tu cabeza para ver cómo será el futuro?
Fotos de Mark Peterman.

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Futuro de la tecnología

¿Vale la pena pagar por congelar tu cabeza para ver cómo será el futuro?

Flotar en un tanque de nitrógeno líquido, incapaz de controlar tu destino, no suena tan atractivo, pero es mucho mejor que ser comido por gusanos y bacterias.

Este artículo apareció en el número del Futuro de la tecnología de la revista VICE. Puedes leerla completa aquí.

(Imagen principal: Max More, director ejecutivo de la fundación, sugiere que el proceso de congelación y descongelación criogénica "debería ser factible" en un periodo de 50 a 150 años, y que los crionautas no son raros, simplemente incomprendidos).

Al observar la fachada, las oficinas del centro de congelación criogénica más grande de Estados Unidos son más apropiadas para Michael Scott de The Office que para Philip K. Dick. Ubicada en un insulso complejo de oficinas color azul y gris en Scottsdale, Arizona, la Fundación de Extensión de la Vida Alcor está rodeada de centros comerciales, ranchos, clubes de tiro, cactus y tramos de carretera que parecen tan anchos e interminables como los paisajes del atardecer. Pero resulta que si quería averiguar sobre cuerpos y mascotas congelados, tenía que lanzarme al desierto. La criogenia —la ciencia que usa temperaturas bajo cero para preservar a la gente con la esperanza de revivir en el futuro— es una especie de milagro de Semana Santa para los ateos.

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Al llegar a la oficina de Alcor, me contaba entre sus escépticos. Los nueve empleados de la organización sin fines de lucro sonreían mientras iban de un lado al otro entre las brillantes paredes plateadas y las fotos enmarcadas de las personas actual- mente congeladas, una combinación entre un consultorio médico y Star Trek. Alcor alberga 149 cuerpos y cabezas almacenados a 300 grados bajo cero, entre ellos un autor chino de ciencia ficción, una niña de Tailandia, y el ícono del beisbol Ted Williams, entre otros. (Sin embargo, contrario a la creencia popular, Walt Disney no se encuentra ahí, según sus representantes). La fundación está buscando expandirse; más de 1,100 personas, o crionautas, se han comprometido a someterse a la misma congelación profunda. Aproximadamente una cuarta parte, dice Alcor, trabaja en el sector de tecnología, y la mayoría decidió someterse a una congelación post mortem ahora que tiene 40 años, en lugar de hacerlo en su vejez, ya que ven el cuerpo como una máquina que puede jaquearse y que sólo necesita reiniciarse.

Pero detrás de la apariencia de una morgue salida de Los Supersónicos, ¿tiene alguna oportunidad la congelación criogénica?

Los críticos de esta práctica han expresado abiertamente sus preocupaciones. La criogenia es actualmente ilegal en algunos lugares, incluyendo Francia y partes de Canadá, y muchos han argumentado que organizaciones como Alcor dan falsas esperanzas a aquellos que son más vulnerables al dolor que conlleva el duelo —un esquema piramidal que reúne el dinero de los nuevos miembros con el fin de mantener a los miembros anteriores congelados. Recientemente, en el Reino Unido, la madre de una difunta joven de 14 años libró (y ganó) una batalla legal para cumplir el deseo de su hija de ser congelada después de su muerte.

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En un artículo para la MIT Technology Review, el neurocientífico Michael Hendricks llamó a la criogenia una "falsa ciencia", y agregó que "aquellos que se benefician de esta esperanza merecen nuestra ira y desprecio". En 2006, el movimiento se vio perjudicado cuando el hijo de dos crionautas descubrió que un congelador había tenido una avería y sus padres se habían descongelado, además de otras "fallas macabras en la suspensión" que se remontan a los años 60.

Sin embargo, para Linda Chamberlain, cofundadora de Alcor en 1972, la noción de la criogenia es "liberadora". Chamberlain me dijo que está comprometida con la congelación post mortem y que su marido, Fred, que murió de cáncer en 2012, ya se encuentra en la bóveda de Alcor. "Sabes que hay una posibilidad muy buena de que si algo te sucede", dijo, "tendrás otra oportunidad de regresar al juego".

Fred Chamberlain, cofundador de Alcor junto con su esposa Linda, en 1972, está congelado en la bóveda. El equipo cree que esta imagen de escáner de su cerebro muestra que sus recuerdos han permanecido intactos.

Chamberlain y su esposo se conocieron en una de las primeras reuniones criogénicas de California a finales de los años 60 y trabajaron en el equipo de rescate de Alcor —que recoge cuerpos y comienza el proceso de congelación—una buena parte de sus 46 años de matrimonio. Ahora trabaja medio tiempo como directora de proyectos especiales en Alcor. "Puedo estar más cerca de él y cuidarlo", me dijo.

Con una complexión de pájaro, e intencional en su tono, Chamberlain, sentada frente a la larga línea del tiempo que muestra la historia de la criogenia en las oficinas de Alcor, añadió: "Fred y yo siempre planeamos quedarnos juntos. No tengo intenciones de volver a casarme ni nada parecido. Lo voy a traer de vuelta".

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La línea de tiempo en la pared comienza con una cita de Benjamin Franklin sobre embalsamar a la gente "de tal manera que puedan ser traídos de vuelta a la vida" en una carta a un amigo en 1773. Luego se extiende hasta cuando el académico Robert Ettinger publicó su tomo de 1964, La posibilidad de la inmortalidad; y continúa hasta el presente. A la obra de Ettinger se le atribuye el inicio del movimiento criogénico actual. Pero a pesar del título de ese texto provocativo, Alcor no promete la inmortalidad, me contó Max More, el jefe ejecutivo británico del grupo.

La idea general es que mientras que los que estamos vivos ahora no conocemos personalmente a nuestros sucesores humanos, vale la pena confiar en "nuestros amigos del futuro" (como los llamó Ettinger) para que sean mejores, más inteligentes, y más astutos que nosotros. Y que tengan la suficiente curiosidad por el mundo como para traernos de vuelta, como una versión más sentimental de El hombre de California, o un Futurama de la vida real. Para More, los crionautas no son miembros de un culto, ni usureros, ni raros, simplemente se sien- ten incomprendidos e intrigados por los límites del potencial humano. "Estamos ofreciendo una oportunidad", dijo More, "de tener una segunda vida".

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"Ninguno de nosotros la desea", dijo More sobre la muerte. "Flotar en un tanque de nitrógeno líquido, incapaz de controlar nuestro destino, no es una idea muy atractiva. Pero es más atractiva que terminar mordisqueado por gusanos y bacterias, o incinerado en un horno gigante". Pero la criogenia, me dijo, es "una oportunidad, y es incierta. No podemos garantizar que la tecnología se desarrolle algún día. Pero parece probable. No viola las leyes de la física. Es una cuestión de desarrollo tecnológico".

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Las tarifas de Alcor, dependiendo de lo que busques, pueden ser bastante cos- tosas. La fundación valúa la preservación del cuerpo entero en 200,000 dólares; la cabeza sola cuesta 80,000, y también está disponible la congelación de mas- cotas. Muchas veces, las pólizas de los seguros de vida —que Alcor no ofrece— ayudan a pagar la factura. Y Alcor no recibe comisión por las pólizas, señaló More. Alrededor de la mitad del costo se destina a un fideicomiso para el cuidado de los pacientes, que se espera dure más tiempo que la administración actual de Alcor y brinde seguridad a las personas congeladas ante una futura incertidumbre financiera (aunque no hay manera de saber cómo se comportará la economía cuando se produzca una descongelación).

Existe "la idea errónea de que esto es sólo para la gente rica, pero no lo es", aclaró More. "Si pagas con un seguro de vida, es casi lo mismo que tomarse un café de Starbucks diariamente".

Durante mi visita, More me llevó a una especie de quirófano y bajo una luz brillante, me dio una demostración de lo que los representantes de Alcor hacen con un cuerpo cuando se le declara muerto. Según More, Alcor lleva a cabo la "vigilancia" de los enfermos terminales, e intenta reducir el tiempo entre la muerte y la congelación para minimizar cualquier daño potencial. Cirujanos por contrato, empleados y otros voluntarios conforman el equipo de rescate, y aunque muchos de ellos viven en Scottsdale, a veces los envían a otros lugares. "Todavía no estamos en la etapa donde existe la animación suspendida como en las películas", dijo More mientras estábamos parados junto a una camilla con un muñeco Ken de tamaño natural, rodeado de cubos de hielo de plástico. "Todavía".

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Una vez en la camilla, al cuerpo se le inyectan de 16 a 17 sustancias diferentes, incluyendo anticoagulantes y antiácidos, siendo el primero el anestésico Propofol. Cámaras GoPro graban todo el proceso, tanto para los miembros de la familia como para otros investigadores. En ocasiones, los casos de estudio se redactan o se hacen públicos.

A pesar de la atmósfera clínica, todo se sentía completamente extraño. Le pregunté a More si el ambiente general alrededor de la criogenia se normalizará algún día. Hizo alusión a innovaciones recientes, como la adopción general de la fertilización in vitro y las donaciones de órganos, como ejemplos de innovaciones que alguna vez se consideraban imposibles y que han ayudado a las personas dentro y fuera de la comunidad médica a abrirse a la idea de la congelación.

"Creo que somos un poco como Leonardo da Vinci cuando diseñó unas alas de helicóptero y otros dispositivos voladores. La gente probablemente pensó que estaba un poco loco en ese entonces, pero él tenía razón. Da Vinci simplemente no pudo construirlos porque no tenía las herramientas ni la tecnología. Los principios eran correctos," señaló More. "O digamos 1960. Hay que mandar a alguien a la luna. ¿Cómo vamos a hacer eso? No tenemos cohetes lo suficientemente grandes. No tenemos sistemas de soporte vital. No tenían ni idea, pero diez años después se logró".

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Los miembros de la Fundación de Extensión de la Vida Alcor, denominados crionautas, se almacenan en nitrógeno líquido a 300 grados bajo cero en tubos de metal brillante, como los que se muestran aquí.

Me entró curiosidad de saber cuándo —si es que ocurre en absoluto— se descongelan los clientes. Y una vez resucitado, ¿cuánto de su personalidad permanece? Si me congelaran y descongelaran, ¿estarían ahí mis recuerdos —mi número de PIN o la memoria de un buen rato con mis seres queridos— cuando el cubo de hielo se convierta en un charco?

More me enseñó una imagen de escáner del cerebro de Fred Chamberlain en un monitor de pantalla plana, y al señalar varias partes de la masa en forma de almendra rosa, púrpura y azul, me dijo: "Es muy fácil pensar que todos sus recuerdos están intactos. Todo sigue ahí".

En la visión de More, la congelación y descongelación criogénica "deberían ser factibles", aunque es difícil fijar la fecha en la que ocurrirán. Tal vez tome entre 50 y 150 años, sugirió. Luego me condujo a otra habitación, donde, a través del cristal a prueba de balas, pude observar una serie de contendedores que iban del piso al techo. AL entrar a esta sala, estábamos rodeados de contenedores: brillantes, reflectantes, frescos y suaves al tacto. En la propiedad actual de Alcor, hay espacio para almacenar cerca de 1,000 personas.

Cada cuerpo se envuelve en una especie de saco de dormir, se coloca en una cápsula de aluminio y luego se desliza en el recipiente con otros tres cuerpos, junto a cinco cabezas, en la columna central. Los tubos básicamente son "frascos térmicos gigantescos y muy caros", explicó More, luego de encender las luces. Las paredes están recubiertas de metal, y si bien hay un generador de respaldo para la habitación, More me aseguró que no se necesita energía para mantener bajo control la congelación, al menos no por unas semanas.

Parada junto al congelador, pensando en todas las cabezas y cuerpos congelados que descansaban al otro lado del metal, le pregunté a More si se necesita tener una visión optimista para convertirse en un crionauta.

"No diría que todos nuestros miembros son optimistas", señaló. "Conozco a algunas personas bastante miserables que siempre están pensando en cómo todo se va a ir al demonio. Por lo menos hay que tener un optimismo tecnológico, pensar que las cosas van a progresar. De lo contrario, no vas a volver. Creo que muchos de nosotros tendemos a ser más optimistas que la mayor parte de la cultura, porque ésta es realmente intermitente en su perspectiva a largo plazo".