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Cultură

¿Se puede escribir bien puesto de cocaína?

El escritor y periodista Daniel Jiménez Palencia y el protagonista de su primera novela, con la que ha ganado el premio Dos Passos, lo han intentado.

Imagen por Chris Bethell

A Daniel Jiménez Palencia lo conozco bastante bien. Ha colaborado con nosotros en artículos como este sobre literatura o este otro en el que cuestionaba la pureza real de la cocaína que nos venden. Ambos mundos -el de la droga y el de las letras- se funden en su primera novela: Cocaína (Galaxia Gutenberg) con la que ha ganado el Premio Dos Passos. Una novela en la que cuenta la historia de un escritor, que también se llama Daniel y que intenta escribir una novela sobre la cocaína mientras la consume.

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Le han preguntado ya varias veces sobre si el protagonista de la novela es él mismo, que si se trata de un texto autobiográfico y que cuánto tiempo le llevo escribirla y esta ya acostumbrado a responder a todo esto. Como a nosotros también nos interesa esa reflexión sobre el uso de la cocaína en el proceso creativo - en el suyo y en el de su personaje - le llamamos para ver que nos contaba al respecto: si como se suele decir las drogas ayudan van de la mano del arte y son una pieza clave del proceso creativo, de las adicciones y de todo lo que queda en medio y que ha intentando retratar en su libro.

Vice: Hola, Dani, cuéntanos ¿cómo llegas a la literatura?

Daniel Jiménez Palencia: Termino la licenciatura de Historia con 23 años y me pongo a escribir y a estudiar Periodismo, buscando otras salidas con las que ganarme la vida. Descubrí que la Literatura me llena y empecé a escribir en los huecos que me dejaba el trabajo de periodista y los empleos precarios -de repartidor, dependiente, cátering, camarero…- siempre moviéndome al margen de cualquier circuito literario. Escribí un par de novelas, que no se llegaron a publicar, y visto desde la distancia eran bastante poco logradas e inmaduras. Tuve varios rechazos en editoriales grandes y pequeñas, pero en lugar de desalentarme me volqué más en la escritura y en contar historias. Creo que eso lo he conseguido con esta novela, que es la primera que publico.

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Pues empezar con un título como Cocaína es bastante potente…

Yo creo que sí. Es una novela que ya llama la atención por el título, pero por el contenido también, porque no deja lugar a dudas sobre lo que se está hablando.

De un escritor adicto a la cocaína. Y estás en el límite de lo autobiográfico, ¿cómo lo llevas?

De momento, bien. Porque la gente se está moviendo con cautela y respeto. De todas maneras, yo no escondo que he vivido experiencias similares al personaje de la novela y entre ellas está el consumo de cocaína. En mi caso de una manera lúdica, como hace quizá demasiada gente.

Como recreo.

Como una manera más de evadirte de la realidad de vez en cuando. El problema es que para mi protagonista es una forma de vida, una adicción, y toda su vida empieza a girar en torno al consumo. A él le ayuda a soportar problemas, pero también le mata poco a poco. Le hace la vida más difícil, por lo que tiene la droga de volverte un inadaptado, sentirte rechazado. Crece su desconfianza y su miedo.

Ya lo hemos comentado alguna vez pero, ¿se puede crear, escribir, puesto de cocaína?

Se ha hablado mucho del escritor o del artista que crea bajo los efectos de las drogas. Mi experiencia ha sido contradictoria, a parte de la cocaína, he consumido otras drogas, pero no he sentido esa expansión de la mente que mucha gente experimenta con cierto tipo de psicotrópicos. Yo he tenido malos viajes. Como mi personaje se pasa media novela escribiendo bajo los efectos de la cocaína, sí que consumí como escritor que debe documentarse. La probé para escribir y lo que consigues es un estilo y un tono muy agresivos. Una cadencia rítmica bastante frenética, una fuga de ideas… Una tendencia a recurrir, a enumerar con la verborrea del cocaínomano. Inconscientemente, todo lo que te pasa cuando te metes coca se traslada a la forma de escribir. De hecho el proceso se condensa mucho. A la hora, tu cabeza parece que está a punto de explotar y tienes que dejar de escribir. Entras en una dinámica de rapidez y de insustancia. Tu mente va más deprisa que tus manos. Ahí tienes que cerrar el ordenador y salir a tomar una cerveza, que para eso están las drogas, realmente.

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Y cuando te da el bajón, tras meterte, ¿has probado a escribir? Debe ser como subirse a una montaña rusa, ¿no?

La novela también habla de la depresión que genera el consumo en el personaje de Daniel, que tiene un consumo exagerado. Es un adicto a la cocaína y a la escritura. En esos momentos de los que me hablas todo se para, la escritura se vuelve reflexiva, todo más autodestructivo. En esos momentos dudas de tus capacidades, de tu lugar en el mundo, te conviertes en una persona más insegura y vulnerable. De la misma manera, la novela pasa por momentos frenéticos y por momentos depresivos, donde la desesperación está presente. Incluso aparece la idea de suicidio como posibilidad de escape. Mi personaje utiliza el consumo como tabla de salvación, como ensayo de vida, en lugar de atreverse a vivir una vida plena, con todas sus crudezas.

Y vive en Madrid. Es una historia muy pegada a la ciudad.

Tiene un papel muy importante, porque toda la historia transcurre en esta ciudad. Hay personajes que huyen, por placer o por necesidad, de ella, pero él está anclado a la ciudad y la vive de una manera incómoda. Por un lado la defiende, cree que es un lugar acogedor, pero por otra parte le asfixia y le agobia. Le repugna el ambiente moderno o de artisteo que hay. Parece como el Edificio España, los que estamos aquí estamos abandonados.

No eres el primer novelista que trata el tema de la cocaína, ¿que referentes has tenido?

Yo he manejado para escribir este libro bastantes referentes. Cada capítulo se abre con citas de diferentes autores: David Foster Wallace, Patricio Prom, Horacio Castellanos Moya, Carrere, Capote… cada uno viene al hilo de lo que se va a contar en cada capítulo. En cuanto a drogas, he tenido muy presente el Yonqui, de Burroughs, Confesiones de un inglés comedor de opio, de Thomas De Quincey, y un libro muy extraño de los años 30 que se llama Novela con cocaína, de M. Aguéev. Que es una pasada, es una de las primeras novelas en la que el protagonista es un consumidor compulsivo. Al leerla, sentí que era necesario volver a escribir sobre un adicto. Y luego como la novela tiene algo testimonial y de duelo, hay un suicidio, hay un libro que se llama Amarillo, de Félix Romeo, que me influyó o Canción de tumba, de Julián Herbert, que utiliza la autoficción como he hecho yo.

Puedes seguir a Daniel Jiménez Palencia en Twitter: @JimenezDaniel81