Apenas llegamos al festival ya se notaba que la gigante escena del hip hop del Valle de Aburrá estaba firme, madrugada y con la percha propia para estar en el evento histórico que desde hace mucho sabían, tenían que ver sí o sí. La cita era a la hora cuatro de la tarde, la hora precisa en la que Sticky Fingaz y Fredro Starr, los héroes del hardcore hip hop de la Costa Este, -esa que en los noventas se cogía a balazos con la Oeste - volvieran a montarse en una tarima de este país después de su presentación en el hip hop al parque de Bogotá hace ya casi 10 años.Un par de MCs que se enfrentan a su público con la confianza de quienes llevan más de 25 años mezclando beats moledores y oscuros con letras en las que se escucha la rabia y la confrontación del underground donde se formaron, del guetto de su Queens. Son ídolos desde Nueva York hasta Medayork, los tipos de "Slam"."¡We represent the 90s hip hop!"Así Sticky y Fredro fueron calentando a la gente que se ahorró las lagrimas de nostalgia y prefirió mandarse un desfogue de energía en el que la armaron. Se pusieron a saltar, a chocarse a entre ellos y a tirar puñetazos a lo que marca, a sentir lo que la obra de Onyx lleva produciendo desde los ochenta cada vez que lleva el rap a ese lado azaroso que toca escuchar cabeceando duro y con los ojos bien abiertos.Fue el momento exacto para que la gigante cultura hip hopera de Medallo se volviera a reunir con una de las tantas partes de la vieja escuela americana, una especie de unión entre dos guettos que están a kilometros de distancia pero que sienten muy parecido. Tal vez fue por eso que llenaron el Aeroparque como muy pocos artistas lo hicieron en estos tres días de festival y conectaron con el público así: con ganas de romperla desde el comienzo y encender a su gente como lo hicieron las bandas más extremas que vimos en el Altavoz.Esto había que verlo completico y la conclusión fue definitiva: Menos mal lo hicimos.
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