FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Cómo aprendí a dejar de preocuparme y disfrutar mi papel de daddy dominante gay

Puedo ser el pasivo más hambriento y sumiso del mundo, o el activo más rudo y dominante. Mis únicos límites son lo que yo mismo me pongo.

Foto vía el usuario de Flickr Bruce Frick.

Hace poco fui a comer con mi amigo Anderson y me contó de su daddy activo dominante y sexy que conoció en San Diego durante la marcha del orgullo gay de este año.

"Ni siquiera me gusta cuando me dicen 'niño'. No soy su hijo y no tengo daddy issues. Pero este güey… nunca había tenido tantas ganas de beber la pipí de alguien. Me cogió en un callejón afuera del bar. En la mañana, cuando nos fuimos, me hizo caminar desnudo hasta el auto. Yo no soy así. Pero el fin de semana siguiente, le pregunté si podíamos vernos otra vez. Me dijo que sólo si le rogaba. Y le rogué".

Publicidad

Anderson trabaja en la industria de bienes raíces y su novio es un abogado corporativo. Son hombres respetables: se ponen traje y corbata para ir a trabajar y van a la iglesia. A simple vista, nunca te imaginarías que Anderson sería capaz de tomar pipí de su amo.

"Quiere que pruebe el sondeo uretral", dijo. (El sondeo uretral consiste en meterte algo por la uretra). Hice todo lo posible para no hacer un gesto de dolor.

"¿Y Chad sabe?".

"Del güey que conocí en San Diego? Obvio no", dijo Anderson. "No lo entendería. Ya conoces a Chad. Se lava las manos después del sexo. Este güey me hizo que lo lamiera hasta quedar limpio después de cogerme en el callejón". Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo estaba escuchando. "Chad no conoce a la persona que soy cuando estoy con él. Ni siquiera yo sé quién es esa persona".

Yo también sé cómo es tener una persona que saca otro lado de ti. Hace un par de años, conocí a un chico hermoso en Scruff, una app para ligar que usan los gays. Él tenía 23 años y se acababa de graduar de la universidad.

Cuando nos conocimos, fajamos y fue lindo. Cuando cogimos, me pidió que lo asfixiara.

Después, me preguntó si alguna vez había sido un "amo".


Relacionados: Lo que necesitas para tu primera sesión BDSM


Pero no. Ni siquiera se me había ocurrido. Me considero "vainilla pero no tanto": no tengo ningún problema con venirme en la gente o tragar semen, coger obviamente, fisting ligero, escupir o cualquier juego que incluya pipí. Puedo ser un poco dominante pero nada muy loco. Esto era nuevo para mí.

Publicidad

La próxima vez que vino, hice que se arrodillara en mi habitación y que esperara por mí. Dejé un vaso con pipí a un lado de la mesa, le dije que se lo tomara y me fui. Una hora después, volví a entrar. El vaso estaba vacío y él seguía esperando.

A veces me lo cogía mientras él lavaba mis trastes. Una noche lo encerré en mi clóset y lo sacaba cada que me ponía caliente. Cuando terminaba, lo volvía a encerrar.

No lo amaba. No tengo idea de cómo habrían sido las cosas si hubiéramos ido al cine juntos. Nosotros no éramos así. Pero compartíamos algo increíblemente íntimo, algo que sólo he compartido con él. Él sacó un lado mío que no sabía que existía.

No soy amo de mi esposo, Alex, ni de nuestro novio, Jon. Alex y yo somos aventureros. Nos gusta ligar güeyes, cogérnoslos y ser sucios juntos. Pero con Jon soy diferente. A Jon no le interesa mucho salir con otros hombres. A él le gusta el sexo de novios. Pero al mismo tiempo, sé que también se la han chupado en el baño en fiestas y que se ha orinado sobre otros hombres. Con algunas personas es muy diferente.

Igual que yo. Igual que todos.

Eso fue lo que pensé mientras escuchaba a Anderson, en lo subjetiva que es la sexualidad. En todas las formas que podemos explorar quiénes somos y cómo otros sacan partes de nosotros que no sabíamos que existían.

Una de las razones por las que quería abrir mi relación con Jon y Alex era las ganas de ver qué tan lejos podía llegar. Cuánto amor podía experimentar, en quién podía convertirme sexualmente y cuáles eran mis límites.

Publicidad

Me he esforzado mucho para llegar a un lugar en mi vida donde no me siento culpable o avergonzado de mi sexualidad. No quiero mentir ni tener secretos. Quiero celebrar y extender lo que soy.


Relacionados: Tuve un esclavo sexual y fue increíble


Conozco a una pareja que tiene tres hijos adoptados. Son unos papás y esposos increíbles pero, de vez en cuando, uno de ellos se queda con los niños para que el otro salga esa noche y sea lo más zorra posible. No importa si es en un sauna o en una orgía o si sólo come pizza y cucharea con alguien que conoció en Scruff. Eso es lo de menos. Simplemente es una oportunidad de ser algo diferente a lo que te exigen las presiones familiares y la paternidad, de salirte de los límites que la sociedad y la vida trata de imponernos.

Invertimos mucho tiempo en definir y limitar lo que somos: activo, pasivo, polígamos, monógamos, pervertidos, vainilla. Definimos y encasillamos a otros con palabras como "puta", con las que los denigramos por ser sexuales. Pero creo que mientras más exploramos lo que somos y nos abrimos a experiencias nuevas, más se desvanecen esos límites y definiciones.

Puedo ser el pasivo más hambriento y sumiso del mundo, o el activo más rudo y dominante. Puedo desear algo con un desconocido que no deseo con mi esposo. Mis únicos límites son lo que yo mismo me impongo y las cosas que definen quién soy.

"Me pregunto", dijo Anderson ese día, "si algún día podré ser dominante, ser el daddy dom de alguien".

¿Por qué no? El sexo es íntimo y cariñoso, es algo que puedes compartir con la persona más importante en tu vida. Pero también es lúdico y es una forma de explorar y descubrir cosas sobre ti. ¿Por qué limitarnos a nosotros mismos? Se requiere valor para analizar las cosas que definen quienes somos porque amenazan nuestra virilidad e identidad. Pero una vez que lo hacemos, algo se abre: un tú que no sabías que existía. Y de ahí surge una especie de libertad.

"Me pregunto si Chad dejaría que lo amarre", dijo Anderson. "Estaría divertido".

Sigue a Jeff Leavell en Twitter e Instagram.