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Sexo

El hombre de 70 años que fabrica máquinas sexuales

Fernando López tiene 70 años de edad y es el inventor de máquinas sexuales más famoso de Argentina.

A simple vista el taller de Fernando en la ciudad de Ramos Mejía, a 16 km de Buenos Aires, no parece nada extraordinario. Podría confundirse con uno más de los cientos de talleres de la zona si no fuera porque entre las torres de portavalijas y portamochilas se mimetizan piezas sueltas, rotuladas con las palabras "Hot machine" y "Sexmatic". Y es que Fernando López, el hombre de 70 años de edad, es mucho más que un simple comerciante. Fernando López es el inventor de máquinas sexuales más famoso de Argentina.

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Para Fernando toda esta historia comenzó de forma casual en 2007. "Fue como surgen muchas cosas de la vida, sin querer", me cuenta en una oficina al fondo de su taller. "El tema del sexo si uno no busca alternativas pasa a ser una rutina y cansa. Era soltero y se me ocurrió hacer una silla de posiciones para mi departamento".

Para Fernando una silla era algo sencillo: había trabajado desde 1978 en el área metalúrgica fabricando esos portavalijas que ahora tapizan las paredes de su taller. Como en tantas otras ocasiones se dirigió a la fábrica que le pintaba sus creaciones, esta vez para que también le pintaran la silla. Y ahí ocurrió el primero de varios hechos fortuitos que atraviesan esta historia. "En la fábrica donde pintan llegó un señor con unas escaleras. El señor hacía restauraciones de hoteles de alojamiento. 'Uh que casualidad', dijo el dueño de la fábrica. 'Un amigo mío está haciendo esta silla'. Se hizo una conexión ahí. Yo fabricando sillas para sexo y este señor que tenía contactos con hoteles". Fernando fabricó dos, tres, cuatro sillas más y finalmente le dio un nombre a su creación: La Hot Machine.

Poco tiempo después, Fernando y su Hot Machine se fueron de gira a Córdoba. A la Sexpoerótica de Córdoba para ser más precisos. Pero lamentablemente su máquina tenía un problema: la silla y su funcionamiento eran difíciles de entender, incluso con el pequeño instructivo ilustrado con posiciones que traía impreso. "Se regulaba todo, para poner las piernas, para poner las rodillas y tirar el cuerpo para adelante, permitía sentarse para sexo oral", recuerda Fernando. "Tenía hasta un mecanismo para regular la altura de acuerdo con las dimensiones del usuario, para no estar ni agachado ni de punta de pie. Como yo lo hice para mí, pues lo hice con un montón de alternativas. Yo lo comprendía, pero el común de la gente no".

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A pesar del fracaso en ventas, la Sexpoerótica, con su desfile de actrices porno y sus interminables vitrinas de consoladores habían encendido una mecha en Fernando, quien volvió a Ramos Mejía decidido a crear una máquina ideal para este público que recién descubría. Decidió que el Festival Internacional de Cine Erótico de Buenos Aires (FICEBA) en noviembre sería el escenario perfecto para presentarla.

En la privacidad de su taller, comenzó a investigar. En los inicios del emprendimiento prefirió no conversarlo con familiares ni vecinos. "El argentino, a pesar de que se ha abierto mucho, aún tiene muchos tabúes", comenta el septuagenario. Sin embargo logró llevar a cabo su research a través de sus amigos masculinos más cercanos. Uno de ellos le sugirió que googleara la Fucking Machine, una compañía estadounidense dedicada a fabricar máquinas para el sexo. Ojeando durante horas la página, Fernando conseguiría la inspiración para su más grande creación, la obra maestra dentro de su futuro arsenal de máquinas sexuales: la Sexmatic Top.

Foto por Rodrigo Urdaneta.

La Sexmatic Top es, en esencia, una máquina que imita el movimiento pélvico del hombre en el acto sexual. Funciona con 24 voltios, tiene un disipador de temperatura para evitar que se recaliente el motor y un cabezal al que se le puede adaptar cualquier dildo con ventosa (aunque viene con uno de cortesía). Es, en muchos aspectos, similar a la Fucking Machine, pero con varias innovaciones que la hacen única. Por un lado es más portátil que la estadounidense: "yo quería algo más personal", explica Fernando. "¿A quién le vendes una máquina así con un motor de lavarropa?".

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La otra innovación es mucho más carnal y surgió de una inquietud: "me encuentro con un video de una chica acostada con la máquina teniendo sexo, la paraba, le sacaba el tornillo al volante, lo ponía más arriba y entonces lograba más recorrido de penetración. Yo me dije, no, esto es una locura. ¿En el momento clave va a parar la maquina? Tengo que hacer algo que funcione rápido si quieren más penetración". Fue así como se le ocurrió adaptar un manillar de freno de bicicleta con dos funciones: por un lado regula la velocidad de penetración (hasta 120 por minuto) y por otro lado modifica el recorrido de 6cm hasta 11cm. De tal manera, la usuaria o usuario puede controlar con un simple movimiento de mano, todas las variables para garantizar su placer. El manillar es uno de los principales orgullos de su carrera y una muestra fehaciente de la inventiva y capacidad de resolución que lo han caracterizado en su trayectoria.

Foto por Rodrigo Urdaneta.

Con la Sexmatic Top ya lista para ser exhibida, Fernando se presentó en el FICEBA 2007. Con los nervios residuales de la experiencia en Córdoba, no sabía que esperar en este nuevo evento. Pero el resultado no pudo ser más distinto: el Sexmatic Top fue un hit. "Fue un producto muy llamativo. Estaban acostumbrados a productos de silicona y el mío que es mecánico destacó. Y ahí empecé a hacer contactos". A Fernando le fue entregada la llave a un nuevo mundo. Los sex shops comenzaron a vender su producto, los swingers comenzaron a invitarlo a él y a su máquina a los eventos que organizaban. Todos querían probar el producto. Fernando era la sensación del momento.

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Entre los interesados en el producto se encontraba Milena Hot, su vecina de stand en el FICEBA y, por si fuera poco, la actriz porno de mayor trayectoria en Argentina. Milena compartía con Fernando el entusiasmo por el Sexmatic y poco más. Pero eso fue suficiente para que la máquina pasará a protagonizar junto a Milena la película Esposa Caliente, cuya trama Fernando puede recitar al pelo: "Se trata de una señora cuyo marido tiene una empresa y tenía poco sexo. La señora viene a ver al marido y el marido por cuestiones de trabajo se tiene que ir. Ella llega a la oficina toda decepcionada. Se pone en el escritorio y ve una propaganda de máquinas de sexo y la ordena. Le traen una máquina y tiene sexo con la misma. La máquina es protagonista. Mi máquina es protagonista".

Foto por Rodrigo Urdaneta.

Con el endoso de Milena, el negocio de Fernando floreció. Con los años se fue convirtiendo en un asistente habitual de las exposiciones de sexo, haciendo lo posible por superarse a sí mismo con un invento nuevo en cada ocasión. Su oficina es hoy en día un museo de máquinas sexuales, algunas más exitosas que otras. Está la Sex Bag, con el mismo mecanismo que la Sexmatic Top pero en una discreta valija. "Es un kit más portátil, una valija armable", explica Fernando. "Junto al Sexmatic Top son los dos caballitos de batalla que más se venden". Está también la versión Coin de la Sexmatic que funciona con monedas y es ideal para hoteles, está la Sex Bike con el dildo adaptable que se activa con el movimiento de los pedales de una bicicleta; y está finalmente la Mas Mas, la primera y única máquina para masturbación masculina creada por Fernando. De esta última comenta: "tiene una vagina de silicona. El hombre se sienta, introduce el pene y tiene regulador de velocidad". Además cuenta con un mecanismo mediante el cual la vagina aprieta el pene del hombre con el accionar de, obviamente, un manillar de bicicleta.

Como cualquier otro oficio, Fernando ha aprendido mucho del ensayo y el error. En una ocasión, por ejemplo, tuvo que modificar el dispositivo que aguanta los dildos en la Sexmatic luego de que durante un show en un local, una mujer vestida de monja desprendiera el consolador de su base en medio del sexo. "La chica empezó a saltar y el dildo se despegó. El organizador consideró que no había problema pero yo consideré que eso no debía ocurrir así que le inventé un dispositivo que no permite que se salga". Esta misma dedicación a su oficio es tal vez lo que más destaca de Fernando. Ya sea trabajando con portavalijas o maquinas sexuales, ha sabido siempre mantener un alto estándar de calidad. "Me mantengo porque mi palabra es mi garantía. Y aún puedo seguir trabajando por eso. Sabían que lo que hacía era y es bueno. Tengo esa bandera nada más. Trato de hacer las cosas bien".

Foto por Rodrigo Urdaneta.

Además de su ética de trabajo, Fernando ha sabido mantenerse en el negocio gracias a su habilidad para ser discreto y mantener su vida pública alejada de la privada. De no ser por un par de programas televisivos a los que se aventuró a asistir en 2011, tal vez la gente de Ramos Mejía aún no sabría hasta el día de hoy que su propio Fernando López es un talentoso inventor de dispositivos que dan placer. "Yo quise que fuese así porque generalmente cuando se enteran piensan que uno es un tipo raro. Yo no me lo tomaba como un tipo raro. Yo me lo tomaba como un trabajo. Entonces nunca quise comentar nada a nadie del tema".

Estos mismos prejuicios lo persiguieron durante años aunque ahora es capaz de percibir que la sexualidad del argentino se ha abierto lo suficiente como para que no lo juzguen. Al enterarse, sus vecinos y familiares fueron, por suerte, receptivos. "En una navidad con toda mi familia salió el tema en la cena y fue todo risueño por suerte. Yo respondí de la misma manera: para mí es un trabajo. Quédense tranquilos que no vendo drogas ni fabrico armas… Sólo construyo máquinas de sexo".