"La cosa que más fuertemente ha cambiado desde 2010 hasta 2019 son los memes. Change my mind". Lo escribía hace unos días un usuario de Twitter y probablemente tenga razón, al menos en lo que a Españita respecta. Del inicio de la década a esta parte nada ha cambiado sustancialmente: son pocas las diferencias que hay entre la crisis económica en la que andábamos sumidos entonces y la cotidianidad crítica en/con la que vamos tirando como podemos ahora. Entre el segundo zapaterato y el gobierno de Sánchez e Iglesias habrá, seguramente, poca o ninguna diferencia. Alejandro Sanz sigue siendo gilipollas. Jordi Hurtado presentando Saber y Ganar. Todo en orden. Nada nuevo bajo el sol.Probablemente los cambios más considerables que hayamos experimentado en estos diez años hayan sido frente a una pantalla. En digital y no en analógico. Veamos.Aunque fue fundada en 2009, la empresa/aplicación de mensajería denominada WhastApp era cosa de unos pocos -muy pocos- espabilados hace 10 años. Aún nos apañábamos con SMS, Facebook, Tuenti —sí, Tuenti— o el chat de la Blackberry, que era como un smartphone pero con botones. Tampoco había Tinder ni Instagram, así que las fichas las echábamos en los muros de las redes sociales, como globos sonda, y a ver qué. Y los memes aún eran un fondo negro sobre el cual se imprimía una foto y un breve texto blanco. Estábamos en 1º de Ironía.Así que sí: probablemente el memético haya sido uno de los pocos terrenos en los que, como sociedad, hayamos progresado. Pero vayamos por partes. El concepto de meme fue introducido por el biólogo evolucionista Richard Dawkins, que argumentó que las ideas culturales se pueden copiar entre las personas, de la misma manera en que se transmiten los genes. Así, y como sucede con la genética, en los memes operaría la selección natural: son capaces de mutar, variar y evolucionar a través de procesos de competencia y herencia que influyen directamente en su éxito. Por eso ya nadie manda el jodido silueteado del Yao Ming riéndose ni del Freddie Mercury con el puño en alto. Gracias a Dios.En el principio, fueron Cuánto cabrón, Montondemierda, Desmotivaciones, Vistoenlasredes, Cuánta razón. Fueron las páginas de Facebook, los textos enormes y demasiado explícitos para la tendencia memética del presente y tu padre compartiendo fotos de procesiones hechas con botellines la primera Semana Santa en la que el grupo "La Family" estuvo operativo.Fueron los lolcats, el bebé con el puñito, pero sobre todo fueron las trollfaces, el fuckenzio y el forever alone. Esas caras hechas a Paint que vete tú a saber por qué, probablemente por su sencillez y porque eran el reflejo de la generación emo que siempre seremos aunque hayamos abandonado a My Chemical Romance y los flequillos imposibles, nos hacían gracia. Las llamadas "Internet faces"."Ahora que todos reflexionan sobre los años 2010. Nadie quiere recordar cómo era el panorama de los memes en la primera mitad de esta década. Nadie quiere admitir que estas caras dieron forma a su devenir. Pero me niego a olvidar", compartía otro usuario de Twitter hace bien poco. Y sí: esas caras dieron forma a nuestro devenir. Pero también lo dieron las coñas de 0,60, los textos muy explícitos, los dobles sentidos tan evidentes que no eran ni dobles sentidos.Como en la Historia del Arte, el movimiento del meme es pendular: de la concreción vira a la abstracción y al revés, como reacción probablemente al período inmediatamente anterior. En su Twitter, PutoMikel se afanó en dividir los periodos meméticos en tres etapas. La primera, denominada arcaica, abarcaría entre el 10 000 a.C y 1990 y se caracterizaría por piezas de expresión limitada, gestos hieráticos, confusos y marginalidad. En ella estarían agrupadas piezas como los cristos pantócrator, los relieves góticos o los dibujos del 6 y el 4 de las tapas de los libros de los chavales en el colegio.En una segunda etapa, que se extiende desde 1990 hasta 2016, la memética viraría en una idiosincrasia más directa y simple, con tendencia a la autoexplicación y con tres órdenes marcados: el orden viñeta, el orden cartel y el impact. Como colofón, el período posclásico, en el que actualmente y desde 2016 nos encontramos, enunciaba PutoMikel, con cuatro características principales: la descontextualización, la ruptura de las normas hasta ahora establecidas, la expresividad (pathos) y el dadaísmo y el valor de lo subjetivo, cualidades que hacen que ni los boomers ni a veces incluso los millennials, anclados muchos de ellos aún en el período anterior, comprendan una puta mierda y tengan que recurrir a páginas como knowyourmeme para enterarse de algo.Porque entre esto:Y esto otro:No ha pasado tanto tiempo. Nos encontramos en uno de esos momentos críticos en los que, decía Gramsci, lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, con la convivencia, no sin conflicto, de memes de ayer y de hoy.Pero a lo largo de la década hemos tenido grandes momentos meméticos en España. Como los que nos ha dado el ex presidente, Mariano Rajoy Brey, que seguramente salga en los libros como el que más retranca y tendencia al lapsus tuvo nunca.Hemos copiado tendencias globales y hemos implantado nuestros propios códigos, como cuando convertimos en viral a un yihadista, El Cordobés, el hijo de la Tomasa, que reclamaba Al-Ándalus, demostrando que el espíritu del esperpento sigue vivo porque siempre estuvo en nuestra sangre. Si Ramon María del Valle-Inclán hubiera nacido en el noventa y pico sería Spanish Starter Packs.Hemos echado mano de la nostalgia, una de las industrias que más millones mueve, y hemos convertido a Squirtle en un icono, algo que, por otra parte, siempre fue.Así hasta llegar al área 51, al "aún huele a leche", a la Rana Pepe, al "me dijiste que", al unboxing de Franco en todas sus versiones, a la cantidad de pasta, a Maria José, que gracias a su fama quizá haya dejado ya de ser tan taciturna. Todo a base de horas, Paint, Photoshop y, como teorizó Dawkins cuando enunció el concepto, selección natural. Porque sí, puede que los memes sean lo que más radicalmente ha cambiado en diez años. Puede que en ese y solo en ese aspecto ahora seamos mejores.Sigue a Ana Iris en @anairissimon.Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.
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