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Bertolucci: director, guionista y violador intelectual

La destrucción como proceso de creación, pero ¿dónde están los limites?
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Captura de “Último tango en París”, 1972, Bernardo Bertolucci.

Artículo publicado por VICE México.

Recientemente se le rindieron cientos de homenajes a Bernardo Bertolucci, uno de los directores italianos más grandes de su generación; murió el pasado 26 de noviembre, pero nadie habló María Schneider, aquella actriz de la legendaria película que maquilaría este director, El último tango en Paris (1972) . Celebro el arte de Bertolucci que cuece sueños en el alma para perseguirlos y lograrlos; celebro a Bertolucci por ser un visionario, por su osadía, su talento; celebro la dulzura sensual y sublime de cada una de sus películas. Pero repruebo su moral y su ética.

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En 2013, Bertolucci confesó en una entrevista en la Cineteca Francesa, difundida en televisión, no haber solicitado el consentimiento de María acerca el uso de la mantequilla como lubricante en la icónica secuencia de violación y sodomía de El último tango en Paris. La violación pretendía conservarse como una simulación, igual que todos las otros actos sexuales de la película, había señalado anteriormente María. Sin embargo, el uso en su cuerpo de la mantequilla sin consentimiento, con el fin de “humillar de María como chica y no como actriz”, es la confesión de Bertolucci que llegó como meteorito. Esta confesión, fue realizada 5 años después de la muerte de María en 2011. Bertolucci añadió como triste corolario en esta entrevista que María se sintió, en efecto, humillada y nunca le volvió a hablar. María dijo haberse sentido “un poco violada” y explicó que en esa época no tenía la experiencia ni el conocimiento suficientes para saber que podría haberse negado a filmar algo que no estaba en el guión. ¿Qué significa éticamente humillar a alguien? Querer humillar a alguien es ceder al deseo, no sólo de dominación, sino de destrucción y aniquilamiento.

En la entrevista con Bertolucci queda claro que el uso de la mantequilla fue con el fin concreto de humillar a María; es aquí donde se describe así mismo como un director que necesitaba la libertad para crear, pero que se definió como una persona que justificó y confundió la libertad de su pasión por crear, con su deseo de destruir y reducir la dignidad de alguien. Destruir es una forma de crear, pero creo que un artista debería destruirse metafóricamente a sí mismo: sus procesos, sus métodos, sus convicciones, pero nunca, destruir literalmente a otro ser humano.

En esta entrevista, el director se muestra a sí mismo como alguien que tenía desenfocados los limites entre el deseo de humillar y de construir una gran obra, el fruto más amargo: su actriz, María. Celebremos entonces la resistencia de María, su valentía de salir al mundo y decir públicamente lo que había pasado. Ser agredida sexualmente involucra un proceso de sanación que requiere valentía y que no es del todo evidente.

Es difícil ver al mismo tiempo la capacidad de un director para hacer soñar, y el deseo de aniquilar a otro ser humano, por esta razón prefiero aprender de María, de quien celebro no sólo su arte, sino su figura simbólica en la lucha histórica de este nuevo paradigma en el que los violentados toman la palabra y emprenden la acción de determinar y cuestionar los limites para protegerse y luchar de vuelta.

Aquellos que reciben la ofensa no se convierten en víctimas; se convierten en luchadores.