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​El trasfondo colonizador de 'Terminator: Genisys'

La serie de Terminator retoma los tropos de colonización de la ciencia ficción que se remontan al menos hasta 'La guerra de los mundos'.

Fotograma de 'Terminator: Genisys' (2015). Foto cortesía de Paramount Pictures.

Terminator: Genisys se trata sobre el invadir el futuro y colonizar el pasado. Al igual que en todas las películas anteriores de Terminator, es como una pesadilla imperialista al revés, donde los sirvientes robóticos dóciles y fieles se levantan y destruyen a sus amos en una orgía de fuego nuclear. La clase baja que hemos subyugado se ha levantado y se ha apoderado de la maquinaria de la muerte. Y como dijo Kyle Reese acerca de su robot maligno en la primera película de Terminaror, con esa clase baja "no se puede regatear ni razonar. No siente lástima, remordimiento ni miedo. ¡Y no se va a detener por nada del mundo hasta que estés muerto!".

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La frase exagerada y delirante de Michael Biehn como Reese captura a la perfección el terror paranoide más antiguo de la ciencia ficción: el miedo no sólo a la muerte sino a la venganza. No por nada se refieren como "El día del juicio" a la toma de poder de las máquinas en Terminator.

La serie de Terminator retoma los tropos de colonización de la ciencia ficción que se remontan al menos hasta La guerra de los mundos, donde H.G. Wells compara de forma explícita lo que le hacen los marcianos a los europeos con lo que hicieron los ingleses a los otros pueblos. "Debemos recordar la destrucción cruel y total que nuestra especie ha causado no sólo entre los animales, como el bisonte y el dodo, sino entre las razas inferiores", escribió Wells. "Los tasmanianos fueron exterminados por completo en una guerra de exterminio llevada a cabo por los inmigrantes europeos durante un lapso que duró escasamente 50 años".

Fotograma de 'Terminator: Genisys' (2015). Foto cortesía de Paramount Pictures.

Cabe destacar que a pesar de que Wells se compadece de los tasmanianos, no dudó en llamarlos "inferiores". E "inferior" en este caso específico, significa que se quedó atrás en la escala evolutiva, es decir, atrapados en el pasado. En el libro Colonialismo y el surgimiento de la ciencia ficción, John Rieder señala que en la época de Wells, los antropólogos veían a la gente de Tasmania como remanentes prehistóricos. El pasado no era solo un fenómeno temporal, también era espacial. Era posible visitar las colonias y viajar hacia un pasado primitivo. Las excursiones a Australia, África y la Polinesia eran como viajar en una máquina del tiempo. Para seguir con este tema, Wells describía a sus marcianos como unos seres con cerebros enormes y súper desarrollados, una visión de un ser humano evolucionado que regresa en el tiempo para destruir su propio pasado.

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Para este punto, la semejanza con Terminator: Genisys ya debería ser evidente. La película empieza con una secuencia extendida del futuro controlado por los robots, donde los antiguos esclavos mecánicos tienen el control y cazan a los humanos para encerrarlos en campos de concentración. Un grupo de revolucionarios (casi todos blancos) anticolonialistas liderados por John Connor se levanta para poner fin a la opresión. En esta ocasión, los que antes fueron subyugados se presentan como monstruos futurísticos mientras que los que alguna vez dominaron se presentan como cavernícolas exhaustos. "Antiguos pero no obsoletos", como siempre dice el buen Terminator (obvio me refiero a Arnold Schwarzenegger).

Aunque Arnold realiza su misión de Terminator en el pasado y no en el futuro. Aquí, la tecnología para viajar en el tiempo que se utiliza en las películas de Terminator hace posible recorrer el tiempo a voluntad. Los humanos y los robots van y vienen del año 1984 (el año en que salió la primera película de Terminator) al 2017. En vez de que haya una línea entre el pasado invadido y el futuro invasor como en La guerra de los mundos —o en las otras películas de Terminator— Genisys es una mezcla de todo.

La portada que hizo Edward Gorey en 1960 para 'La guerra de los mundos' de H.G. Wells

Wells utilizó paralelismos para poner a los europeos como invasores y como invadidos. La ironía en La guerra de los mundos es que los europeos del futuro se parecen a los pueblos que ellos colonizaron. Genisys se deshace de la ironía para dar lugar a un desorden decadente lleno de alegría. Las estrategias cinematográficas permiten que el Terminator Arnold confronte a su versión robótica y malvada más joven. ¿Quién viaja al pasado y quién viaja al futuro en esta película? Y para causar aún más confusión, tanto el terminator bueno como el terminator malo están diseñados para infiltrarse en la sociedad humana. Los esclavos se meten en la piel de los colonizadores, ¿O son los colonizadores los que se meten en la piel de los colonizados? ¿Cómo saber cuál es la verdad?

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Fotograma de'Terminator: Genisys' (2015). Foto cortesía de Paramount Pictures

Hasta cierto punto, Genisys podría verse como una reproducción de la metáfora colonizadora de Wells. John Connor, el líder de la resistencia y la esperanza para el futuro de la humanidad, es reemplazado a nivel celular por la tecnología terminator y se vuelve John Connor, el clon robótico, la esperanza de Skynet, el sistema operativo maestro. El revolucionario es el hombre, o el hombre es el revolucionario, todo depende del punto de vista. De cualquier forma, parece una ilustración (paródica o no) de nuestro eterno deseo de vernos a nosotros mismos como criaturas indefensas aún a pesar de que tratamos de conquistar tierras lejanas con nuestro armamento y tecnología superior. Skynet en 2017 se manifiesta como el holograma de un niño que llora porque los humanos tratan de matarlo y de usarlo como una excusa para establecer una solución definitiva. Los más poderosos siempre creen que los van a atacar, así como en los sueños colonialistas invertidos de Wells, o en Terminator.

Aunque pensar que Genisys habla a tal profundidad sobre el colonialismo, o sobre cualquier otra cosa, sería darle demasiado crédito. Las primeras dos películas de Terminator parecen creer firmemente en sus propios temores. Terminator se presenta como una visión terrorífica donde nuestros títeres mecánicos se vuelven destructores imparables con sed de venganza. Terminator 2 fusiona los temores posindustriales sobre obsolescencia con la pesadilla de la Guerra Fría.

Genisys finge que tiene los mismos temores pero en realidad solo se aprovecha de ellos para vender y consolidar su marca. Sacrifica el suspenso y la visión apocalíptica y pone en su lugar todas las referencias posibles de las dos películas anteriores. Genisys parece un intento de parque de diversiones temático de Disney basado en la serie –"Terminatorlandia: volverás"– que termina con la clásica escena donde el chico toma a la chica de la mano y caminan hasta desvanecerse en el horizonte. "No hay destino" es un eslogan vacío cuando te dan el mismo final que en todas las demás películas en las salas de cine.

Aún así, este refrito que es Genisys tiene algo especial, algo revitalizante. Los temores, las advertencias y las moralejas colonialistas de Wells se ven reducidos a tropos. En esta película, la aventura imperial se rebaja a un producto corporativo que produce nostalgia. "¿No sería divertido imaginar un poco de opresión, invasión y revolución?", insiste Genisys. Todo explota, el débil vence al fuerte, ¿o es el fuerte el que vence al débil? Como sea, lo importante es que esta película transforma al colonialismo en entretenimiento vacío para todos en la pantalla grande, y por lo tanto, en los noticieros nocturnos, donde transmiten los infortunios humanos para nuestro entretenimiento sin necesidad de invertirle mucha lógica. La estupidez de Genisys no es muy profunda que digamos pero al menos es honesta.

Terminator: Genisys ya está en carteleras.

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