Por qué me hice pasar por un turista sexual en Ucrania

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Por qué me hice pasar por un turista sexual en Ucrania

Hablamos con Romain Mader sobre selfies, sexismo y la experiencia de fingir que buscas esposa por catálogo.

Todas las fotos por Romain Mader

Una cámara nunca miente… hasta que lo hace. Y en la vertiginosa era de las redes sociales, es algo que ocurre a todas horas. A veces, las fotografías cuentan pequeñas mentiras: un filtro de Instagram en las fotos de tus vacaciones para darte un aspecto más bronceado o una sonrisa que parece decir "la mejor fiesta de mi vida", cuando realmente esa noche te fuiste a la cama a las 22:00. Hay veces en que la finalidad de las imágenes es engañar al espectador. Otras, en cambio, buscan ocultar verdades que suscitarían preguntas incómodas sobre el mundo en que vivimos.

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Durante mucho tiempo, los artistas han explorado y se han cuestionado la naturaleza de la fotografía y su relación con la realidad. Desde las imágenes de Rrose Sélavy, el alter ego de Marcel Duchamp, al experimento de Amalia Ulman, que se hizo pasar por una aspirante a estrella del cine en Los Ángeles y difundió su día a día por Instagram para poner de manifiesto el hecho de que la feminidad es un convencionalismo social, existen innumerables ejemplos en los que se ha utilizado la fotografía como herramienta para distorsionar la realidad.

Otro de los fotógrafos que ha usado su cámara para diluir las líneas que dividen realidad y ficción es el artista suizo Romain Mader. Su proyecto más reciente, Ekaterina, narra la historia de un turista sexual solitario que viaja a Ucrania para encontrar mujer. Para ello, se sirve de una serie de fotos que podrían pasar por las que tomaría una pareja de recién casados durante sus vacaciones. Tuve oportunidad de charlar con Romain sobre selfies, sexismo y la experiencia de fingir que buscas esposa por catálogo.

VICE: Hola, Romain. ¿Cómo surgió la idea de crear esta serie?
Romain Mader: La intención era hacer un documental sobre el turismo sexual en Ucrania. Muchos otros fotógrafos han tocado el tema antes, por lo que decidí crear una obra de ficción usando la estética de la fotografía documental, mezclando así lo real con lo que no lo es.

¿No te preocupa que, siendo el protagonista de la historia, haya gente que pueda pensar que realmente eres un turista sexual?
No me preocupa que a la gente no le guste el personaje. Al fin y al cabo, nadie sabe cómo soy en la vida real. Tampoco pretendo dar una mala imagen de mí, pero es interesante ver los juicios de valor que emite la gente, porque dicen mucho de su postura sobre el turismo sexual.

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Tu obra destila humor seco y hay fotos realmente divertidas…
Sí, es intencionado. Casi todo mi trabajo tiene un componente humorístico e irónico. En 2009, trabajé en un proyecto durante la celebración de una muestra automovilística en Ginebra [Moi Avec Des Filles]. La idea era posar con las azafatas de la feria para luego poder alardear de mi éxito con las mujeres ante mis amigos. Desde entonces, he hecho varias cosas similares que, aunque aparezca yo como protagonista, van dirigidas a un público más amplio.

Por tus proyectos anteriores, se podría decir que te interesan las relaciones, en concreto las que se establecen entre hombres y mujeres.
Me gusta tratar temas que considero indignantes, absurdos o lamentables. Para la serie The Girlfriend Experience, por ejemplo, contraté a un coach de la seducción que había escrito un montón de libros absurdos sobre el tema. Me pareció muy interesante y seguí trabajando en esa línea.

¿Fue así como acabaste interesándote por el tema del turismo sexual?
Pues no estoy seguro. Viajé a Ucrania por primera vez en 2009, más o menos cuando el movimiento Femen empezó a hacerse notar en Francia. Viajé en tren por todo el país y me pareció muy bonito. Su gente es muy afable y hay un montón de cosas que ver y hacer. Me sorprendió la diferencia entre la realidad de Ucrania y la percepción que se tiene del país en Europa occidental, esa idea de que mucha gente va allí solo para buscar chicas. Quise hacer algo al respecto.

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El libro presenta tus fotografías junto a una breve escrito, también obra tuya, en el que demuestras que una imagen a menudo solo narra una parte de la historia.
Sí. Empecé el proyecto viajando a Ucrania y escribiendo la historia que aparece en el libro; luego hice las fotografías que ilustrarían el relato. Durante el proceso, me di cuenta de que si mirabas solo las fotos, la historia cambiaba mucho. Lo verdaderamente interesante de la fotografía -y esto no es algo nuevo que haya surgido con la aparición de las redes sociales- es que siempre miente y siempre lo ha hecho. La fotografía es una selección de la verdad o de la realidad. Nunca se muestra todo.

En tu proyecto De Noveaux Amis también analizas el turismo mediante fotos similares a las que haría cualquiera de nosotros como visitante. ¿Qué origen tiene ese interés tuyo por el tema?
Es el exotismo. Como cuando vas a un sitio nuevo y haces fotos de monumentos cuyas imágenes puedes encontrar en internet: no estás explorando ese lugar en profundidad, ni intentando entender lo que allí sucede; te quedas en la superficie. Creo que también me han influido las fotos de las vacaciones de mi familia antes de la era digital, esa necesidad de exhibir esos momentos de felicidad.

¿Crees que siempre hemos actuado frente a la cámara?
Hay algo de fingido cuando nos ponemos delante de un objetivo. Obviamente, no te puedes pasar el día entero sonriendo, es solo para ese instante. Pero sí, de una forma u otra, todos adoptamos una pose.

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Muchas gracias, Romain.

El libro Ekaterina ya está a la venta.

Sigue a Olivia en Twitter: @liv_marks.

Traducción por Mario Abad.