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Tecnología

El trastorno de colapso de colonias se está expandiendo a las abejas silvestres

Los pesticidas, la sobrepoblación y la globalización han transformado a las colonias de abejas en campos de entrenamiento de los patógenos.
La reina en una colmena comercial. Imagen: Waugsberg.

Las abejas silvestres están en riesgo de contagiarse con las enfermedades de sus hermanas domesticadas ​de acuerdo a un estudio reciente publicado en el The Journal of Applied Ecology. El estudio, liderado por la ​genetista evolucionaria Lena Wilfert de la Universidad de Exeter, agrega nueva información a la crisis conocida como el ​trastorno de colapso de colonias (o CDC por sus siglas en inglés), el que ha precipitado una disminución alarmante en la población de abejas en todo el mundo.

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El CDC es un problema serio no sólo para las abejas, también para las especies que dependen de ellas. Los humanos somos una de las principales afectadas. Las abejas juegan un rol crucial a la hora de polinizar los cultivos necesarios para nuestra sobrepoblación y ​las abejas silvestres optimizan el rendimiento de las colonias administradas por humanos (ademas de ​ser dinamos ecológicos por derecho propio). De hecho, en lo que se refiere a producir cultivos con buen rendimiento, las abejas y otros insectos polarizadores son una herramienta más efectiva que los fertilizantes, generando ​un valor global en la industria de la comida de cerca de $176 billones de dólares cada año.

En resumen: si las abejas mueren nosotros morimos con ellas.

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Una abeja silvestre polinizando una flor. Imagen: James K. Lindsey.

Por eso es tan perturbador saber que la pandemia que ataca a las colonias comerciales de abejas también está llegando a los campos y no sólo está afectando a las abejas silvestres. Avispas, hormigas, moscas de las flores y otros polinizadores están en riesgo de adquirir y diseminar enfermedades que se originaron en las colonias de abejas.

Si bien cierto grado de infección entre especies es inevitable, el problema se exacerba significativamente gracias a la actividad humana. Por ejemplo el tratamiento de cultivos con pesticidas, particularmente ​los extremadamente tóxicos químicos neonicotinoides, pueden conducir a debilitar el sistema inmunológico de los polinizadores, lo que le da más fuerzas dentro del ecosistema a virus, ácaros y bacterias parasitarias.

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"Más allá de l amenaza de los pesticidas, lo que debe ser considerado es el gran número de químicos al que pueden ser expuestos los polinizadores" ​escribieron los autores en el estudio. "Por ejemplo, ha quedado claro que un microbiota intestinal intacta es necesaria para la resistencia a patógenos, lo que puede ser interrumpido por químicos con función antibiótica".

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Imagen microscopica de un ácaro destructor Varroa, un parásito de la abeja muy virulento. Imagen: Pollinator.

​Como hemos reportado repetidas veces, el uso indiscriminado de pesticidas neonicotinoides es una pesadilla ecológica que ​mata de hambre a los pájaros y ​crea babosas tóxicas. Entonces no es sorpresivo que también baje el nivel de inmunidad de los polinizadores alrededor del mundo. "Es crucial minimizar la exposición a químicos, como pesticidas y acaricidas, a través del manejo integrado de plagas, el que crea un balance entre la necesidad de controlar las pestes y el uso mínimo de pesticidas" escribieron los autores del estudio.

Pero el uso de pesticidas no es el único causante antropogénico detrás de la transmisión de patógenos en el mundo silvestre. El equipo de Wilfert descubrió que muchas personas que trabajan con abejas están creando condiciones ideales para que emergen enfermedades virulentas. "La alta densidad en las instalaciones de cría y en operaciones comerciales de polinización están incrementando el contacto entre individuos infectados y sanos, lo que reduce el umbral de aparición de enfermedades" explican los autores.

Este es un tema particularmente arriesgado en poblaciones genéticamente diversas, porque le da a los patógenos la oportunidad de adaptarse a un gran número de huéspedes. De esta forma las colonias pueden ser el campo de entrenamiento para enfermedades ambiciosas, un efecto que ya ​ha sido observado en factorías de peces.

El equipo de Wilbert también enfatizó que los virus RNA son una gran amenaza para los polinizadores salvajes, porque se adaptan muy rápido a los nuevos huéspedes. "Los virus RNA de rápida evolución son conocidos por causar grandes perdidas en el número de abejas dentro de las las colonias y merecen particular atención por su inclinación a a moverse entre huéspedes de distintas especies, lo que es una amenaza ecológica y comercial muy importante para las comunidades de polinizadores" escribieron los autores. Para hacer las cosas peor, la globalización de la industria de abejas ha extendido de manera sin precedentes el alcance geográfico de este problema.

El resultado del estudio de Wilfert es que a pesar de los estragos que estas enfermedades podrían causar, sabemos muy poco sobre la magnitud del problema. El punto queda claro: el negocio de las abejas necesita estar a la altura del siglo 21. Ya es muy malo que las colonias domesticas estén colapsando alrededor del mundo, lo último que necesitamos es que los siguientes sean los polinizadores salvajes.