En esta panadería puedes comerte a tu vecino Totoro

Hasta hace pocos años, la colonia Portales (o para los cuates, la "Mortales") era una de las colonias más peligrosas de la delegación Benito Juárez, en la Ciudad de México. Pero el boom inmobiliario penetró en sus fronteras y decenas de "desarrollos" están floreciendo entre las casas con patio, los talleres mecánicos y las escuelas primarias.

Un negocio que ha llegado a renovar el ambiente de la Portales, y quizás de la ciudad, es la panadería Maru Koshi Bakery.

Desde muy temprano se encienden los hornos para que a las 12 en punto sus puertas abran y estén listas las bandejas de pequeñas maravillas japonesas. Solo tres personas atienden la panadería y desde que abrieron en 2013: Carlos e Ikumi, un matrimonio de trece años, y Lidia, una ayudante. Entre los tres revuelven la mezcla, hornean el pan y atienden a los numerosos clientes.

El local es muy pequeño, como si al cruzar el umbral de repente llegáramos a una cálida panadería en las faldas del Monte Fuji, rodeados de cerezos en flor y té de jazmín (Por cierto: le pregunté a Ikumi que si habían escogido la calle Tokio específicamente para poner la panadería y contestó sonriente que no, que había sido pura casualidad).

Los panes que ofrece Maru Koshi Bakery son resultado del conocimiento de Ikumi, quien trabajó años en una panadería en su natal Japón, mezclado con recetas occidentales. Ahí están, por ejemplo, los inconfundibles cuernitos o los muy correctos chocolatines en pasta de hojaldre. Pero también hay especialidades únicas como el pan generosamente relleno de un curry picosito, o los daneses rebosantes de frutas, o los panes con manzana, en forma de manzana. Tienen una especie de hot dog ya preparado, con salchicha, mostaza y cátsup, al mismo precio que los jochos del OXXO, pero horneados con harina casera.

Ahora, no podemos dejar de hablar de las estrellas de Maru Koshi Bakery: los personajes japoneses. Hay ositos rellenos de crema de chocolate, cada uno con una cara diferente. O quizás para quienes prefieren a los osos panda, también rellenos de chocolate. O un maravilloso Totoro.

(Yo había leído sobre comerse a tus enemigos, después de una batalla encarnizada. El corazón del derrotado te llenaba de su fuerza. Pero no había leído nada sobre comerse a tu vecino Totoro.)

Para describir a fondo a qué sabe Totoro, acompañarán a este texto una serie de fotos un poco violentas, por lo que se recomienda precaución.

En una primera impresión, la textura del pan de Totoro recuerda a los panes de pueblo: gorditos, inflados y suaves. Pero en cuanto se corta (yo me decidí por un corte transversal) vemos una gran diferencia: los panes de pueblo son casi todos "de yema": amarillos y terrosos. En cambio, el Totoro mantiene su suavidad íntegra, además de tener un relleno cremosito y dulce. Justo lo que esperaría de un Totoro.

Recomiendo acompañar panes con chocolate de Oaxaca que venden en Maru Koshi Bakery. ¿Y por qué venden chocolate oaxaqueño en una panadería japonesa? Fácil: porque ese chocolate, de nombre Doña Jacinta, lo prepara una comunidad de japoneses que viven en ese estado y que se enamoraron tanto del chocolate que lo preparan ellos mismos.

Le pregunté a Ikumi, codueña de Maru Koshi, qué significa su nombre. Su respuesta fue que la traducción más próxima es "crecer bonito". Eso es lo que le deseamos a su panadería: que prospere para seguir diseccionando Totoros y tener una probadita de Japón todos los días.

Sigue a Pablo en Twitter: @pispiration y a Maru Koshi Bakery en Facebook.