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La ciencia de los memes o por qué nos la pasamos viendo estupideces en internet

Los memes son una representación gráfica de las cosas más humanas que hay.

Muchas veces me he preguntado por qué se viralizó la caída de Edgar y no cualquier otro accidente ridículo. Nunca había encontrado mejor manera de explicarlo que con la espiral de Fibonacci. Edgar se cae es perfecto porque es humano. Muy humano. Su caída representa de la manera más sencilla todo lo que da miedo, risa y vergüenza en las personas. Los memes son eso. Una representación gráfica de las cosas más humanas que hay. Es muy simple. Edgar fue el primer video viral del internet mexicano porque tiene muchos elementos con los que la gente puede relacionarse de inmediato. El personaje es gordito y es norteño. Si en el video hubiera aparecido un niño escuálido que se queja en francés no hubiera provocado lo mismo en la audiencia mexicana. Las súplicas de Edgar en forma de un repetido y pegajosísimo: "¡Ya, güeeeeey!" son tan familiares como el tema que John Williams compuso para la película Tiburón. Una música de alerta universal que sólo puede significar una cosa: la anticipación de una desgracia inminente.

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Otra de las claves es que el video se ve real. La calidad no es excelente pero se ve muy bien lo que está pasando y da la sensación de que fue una grabación espontánea, cosa que lo convierte en un tesoro de la casualidad. Sin muchas dudas se puede asumir que fue grabado por un afortunado testigo medio pervertido que tenía un celular a la mano en el momento y luego tuvo la brillante idea de subirlo a YouTube. Hay algo sociópata en la gente que sube esas cosas. El nivel de empatía con el accidentado no es más predominante que las ganas de compartir al mundo un momento muy humillante para alguien y hacerlo público. Pero hasta en ese principio de querer compartir un instante en donde la vulnerabilidad de ser persona se expone por completo, está lo más básico del ser humano.

Como en la pornografía, en los videos virales hay una necesidad cochinona de ver a otras personas en momentos de vulnerabilidad e intimidad. El valor está en la autenticidad del momento. En que se vea real. Y la realidad es fea y pixeleada. Entre más crudo y sincero es mejor. Por eso los memes producen risas inmediatas y en cuanto se comparten desatan la misma reacción en cadena. Porque nada podría explicar tan claramente lo que es empezar a pagar renta y que tu vida dependa del idiota con sueldo de mierda en el que te convertiste como esta imagen:

La perfección en Edgar es la explicación a la viralidad, y la capacidad exponencial del contenido para compartirse millones de veces en un lapso de tiempo ridículamente corto no es otra cosa que el lado humano del internet. La gente pasa (bueno, está bien, pasamos) tanto tiempo viendo estupideces en internet porque son pedacitos del retrato más sincero del ser humano que se haya hecho jamás. Y además es una labor colaborativa y cambiante. Los memes son exactamente lo que tendría que haber en la entrada de Wikipedia para "Humano". No hay nada tan atinado para definir lo que es un Homo sapiens al cuadrado que unos cuantos memes. Por eso hay imágenes que te hacen reír cada vez que se te aparecen en Facebook o en tus grupos de Whatsapp. No tiene nada que ver con la estupidez humana (bueno, sí, pero hablo de "estupidez" como adjetivo peyorativo, sino como característica innegable) sino la perfección con la que se revive un instante completamente real con el que todo animal de esta especie se puede identificar sin pensarlo.

"Edgar se cae" es perfecto porque te puedes ver a ti mismo en ese niño que hace 10 años se cayó en un charquito de mierda. Es todo. No hay truco.

Obedece al internet.