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La guía VICE de lo que está pasando

Los Mägo de Oz pueden convertirte en una polla gigante (y lo peor es que es cierto)

¿Es que no caducarán nunca las bromas de pollas?

La verdad es que no conozco mucho a los Mägo de Oz, sé que tienen a un tipo tocando el violín y que a finales de los noventa y a principio del milenio sonaban por todas partes. Estaba ese "hit", "Fiesta pagana", que tenía una melodía de violín capaz de hacer bailar tanto a estudiantes postadolescentes de ingeniería con camisetas de Sierra Entertainment como a trotamundos de esos que venden por la calle ceniceros hechos con latas de refrescos.

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Recuerdo que cada vez que escuchaba una de sus canciones en alguna discoteca lamentable de Barcelona siempre me venía a la cabeza la palabra "calimocho". En fin, no voy a intentar alabar ni desacreditar este grupo, la verdad es que este artículo trata sobre pollas y nada más.

El caso es que resulta que el grupo tiene como una mascota en forma de polla, de polla gigante. De hecho se llama "Superpolla" y aparece en los momentos álgidos de sus conciertos (¿"Fiesta Pagana"?), haciendo air guitar y saltando con sus testiculadas rodillas. Esta mascota es un ente que puede ser poseído por cualquier persona y justamente ahora están haciendo un concurso para que, quién quiera, pueda ponerse este atuendo de polla gigante con capa.

Se supone que esto de sacar a un tipo disfrazado de polla gigante es algo profundamente divertido. Las bromas de pollas nos han perseguido toda la vida, desde Ingmar Bergman hasta Judd Apatow pasando por Kevin Smith, evidentemente. Es un no parar: de pequeño te hace gracia la simple palabra "pene"; luego, de adolescente, te pasas horas dibujando pollas en los pupitres, libretas y libros de texto; durante esas fiestas repletas de alcohol a las que asistes durante tus años universitarios te sacas la polla a la mínima que puedes. Luego te casas y te ponen un sombrero con una enorme polla en la cabeza.

Con 45 años ya no te hace tanta gracia pero te hace sonreír la idea de poner tu polla durante un rato dentro de la taza de café de tu mujer, en la cocina, justo antes de servírselo. A los 80 años ya nada te hace gracia pero, cuando nadie te ve, coges un calabacín y te lo acercas a la entrepierna mientras generas una leve mueca de alegría con tus labios.

Pues bien, estos viejos rockeros siguen creyendo en las pollas y no tienen ningún tipo de duda en pensar que sacar al escenario a una persona disfrazada de polla gigante es la broma más cojonuda de todas. ¿Qué estará pasando por sus cabezas durante un concierto cada vez que aparece esa polla gigante detrás de ellos? Dudo entre una especie de triste "joder, otra vez con esto" y un inocente y apasionado "de puta madre, ¡ahora viene la polla!". En todo caso, seguir apostando por las bromas de rabos después de pasarse 22 años tocando encima de los escenarios es, probablemente, el mayor mérito de esta banda.