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Reuters/Miguel Vidal
Hulega mundial por el clima

Del ‘Nucleares No’ al ‘Nunca Mais’: breve historia de las luchas ecologistas en España

La primera huelga medioambiental, en 1888, fue en nuestro país.

Este artículo forma parte de Covering Climate Now, una colaboración internacional entre más de 250 medios para dar mayor cobertura a las noticias sobre el medioambiente.

En el año 1888, tras quince años de explotación de las minas de Riotinto por parte de las compañías mineras británicas se organizó en Huelva la que fue la primera lucha ecologista de la Historia. La Liga Antihumista estuvo formada por un grupo de terratenientes, agricultores y ganaderos que, junto a los sindicatos obreros que canalizaron el malestar de clase por las pésimas condiciones laborales con un modelo de gestión autoritario, se organizaron para luchar contra la explotación y el maltrato del medio ambiente en la zona. Los gases tóxicos de la minería, observaron, tenían un coste muy alto tanto para su salud como para la del ganado y las tierras de cultivo.

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Convocaron entonces una huelga general, a la que se sumaron comunidades tanto obreras como campesinas para reclamar, además de derechos laborales, un aire y a un ecosistema limpios para una mejor calidad de vida. La manifestación organizada en la jornada de huelga, el 4 de febrero del 1888, que movilizó a miles de personas, se saldó con una represión salvaje y más de un centenar de muertos. Dos años después, en 1890, la Real Academia de Medicina negaba que hubiera pruebas del impacto negativo de los humos en la salud y la actividad minera, cesada hasta entonces, se retomó.


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Un fracaso que, echando la vista atrás, significó sin embargo el primer precedente de la lucha por el medio ambiente y la primera huelga medioambiental. "La huelga de Riotinto tiene todos los elementos de una lucha ecologista moderna: todas las dinámicas de poder, los intereses empresariales, la utilización de la ciencia para justificar esos intereses empresariales o las luchas transversales desde líderes locales a comunitarias", señala José Luis Fernández Casadevante en un artículo de Eldiario.es publicado al respecto.

Entre aquella huelga y la del viernes 27 han pasado 131 años. La lucha medioambiental no ha cesado de hacer esfuerzos en nuestro país desde entonces, a excepción del parón forzado que supuso la dictadura franquista. Javier Raboso, sociólogo y activista por los derechos humanos, responsable de la campaña de Democracia y Cultura de Paz en Greenpeace España, se ha encargado de estudiar estos movimientos de protesta medioambiental y de recopilarlos en el informe "Democracia y contrapoder, 40 años de movilizaciones ecologistas y pacifistas", publicado por Greenpeace España el pasado año, en el que se pone de relieve la contribución de las protestas pacíficas y la desobediencia civil en general y en el ámbito medioambiental en particular, al fortalecimiento de la democracia en nuestro país.

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Y la política al margen de las instituciones en el ámbito medioambiental en nuestro país pasa por la huelga del 27 de septiembre, pero ha pasado antes por las protestas contra la contaminación industrial —cementeras, incineradoras, refinerías—, por la visibilización del coste medioambiental de infraestructuras de transporte como macroaeropuertos, carreteras o trenes de alta velocidad, por los trasvases e incluso por las recientes manifestaciones que ponen de relieve la problemática de la España vaciada.

Le pedimos a Javier G. Raboso que acotara algunas de las más importantes, de las que marcaron un antes y un después en la historia del activismo medioambiental en el ámbito nacional y estas fueron sus respuestas.

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Protesta por el cierre de Garoña en 2012. Reuters/Felix Ausin Ordoñez

DÉCADA DE LOS 70 y 80: NUCLEARES NO

"La oposición a la energía nuclear fue el hito fundacional del movimiento ecologista en España, aupado por asociaciones vecinales en todo el Estado, en su momento y actualmente", señala Raboso. "De las reuniones con motivo de las protestas antinucleares nacieron algunas de las organizaciones ecologistas que hay actualmente en nuestro país", añade, "y se consiguieron algunos logros muy importantes: de las veinticinco centrales nucleares y treinta y ocho reactores previstos en el Plan Energético Nacional de 1975, las protestas contribuyeron a que solo se abrieran diez reactores en siete plantas", explica.

"La oposición a la energía nuclear fue el hito fundacional del movimiento ecologista en España"

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En el estudio realizado por el sociólogo de Greenpeace se recoge cómo los espacios de oposición a las nucleares en España pasaron, en primera instancia, por las protestas por los vertidos nucleares al mar. "Hasta su prohibición en 1982, se lanzaron a la Fosa Atlántica 140.000 toneladas de residuos nucleares", desarrolla el estudio. Después se sucedieron las protestas para el cierre de las centrales nucleares de Vandellós, Zorita o Garoña y aún se sigue trabajando en los de Almaraz (Cáceres), Cofrentes (Valencia), Ascó y Vandellós II (Tarragona) y Trillo (Guadalajara). "Más recientemente", señala el estudio, tenemos "las protestas contra el ATC (Almacén Temporal Centralizado) para residuos nucleares de alta actividad, proyectado en Villar de Cañas (Cuenca) en 2009, cuyo proyecto de construcción está paralizado".

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Protesta de Greenpeace en la costa española en el 82 por los vertidos de barriles al mar. Greepeace/Pierre Gilles

El coste medioambiental de las nucleares pasa por la creación de residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente que tardan cientos de años en degradarse, así como en la posibilidad de accidentes nucleares que pueden arruinar regiones enteras y desencadenar desastres naturales. En España se han producido incidentes de nivel 1, 2 y 3 tras el desarrollo nuclear de nuestro país, que comienza durante el régimen franquista, tras la II Guerra Mundial.

Sin embargo, no es hasta el período de apertura del régimen cuando se proyecta la primera central, en 1951. Las protestas contra las nucleares en España corren en paralelo y en muchas ocasiones nutrieron las bases de las de oposición a la entrada de España en la OTAN, ya que "la energía nuclear toca muchos los pilares de las dinámicas de poder que existen", según comenta Javier Raboso: "las grandes infraestructuras y empresas energéticas, un modelo de desarrollo cuyo consumo creciente de energía ha sido cuestionado desde el ecologismo junto a su potencial uso para conflictos bélicos".

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Activistas protestan por la construcción del embalse de Itoiz en el Segundo Foro Mundial del Agua del año 2000. Reuters/Str Old

DÉCADA DE LOS 90: SOS ITOIZ

"El caso de Itoiz es un ejemplo más pequeño de protesta, pero es pura articulación de activismo medioambiental en un entorno que, además, está reivindicándose recientemente en protestas y manifestaciones: la España vaciada", dice Javier Raboso. Como describe en su informe, "Solidari@s con Itoiz" fue un colectivo creado en protesta por la construcción del embalse de Itoiz, en Navarra. Surgió en 1995, a la par que la Coordinadora de Itoiz, centrada en actividades de denuncia, información, movilización e intervención jurídica para la realización de acciones directas de desobediencia civil, públicas y no violentas que se llevaron a cabo en esos años contra las obras del embalse.

La más conocida de ellas se desarrolló en abril del 96: un grupo de personas cortó los cables del sistema de hormigonado de la presa, interrumpiendo los trabajos durante casi un año. Ocho de ellos fueron detenidos, puestos a disposición judicial y posteriormente denunciaron haber sufrido golpes tras su detención. Fueron condenados a cuatro años y nueve meses de prisión, así como al pago de 10 000 euros de responsabilidad civil. "Fueron vecinos que apostaron por la desobediencia civil y la acción no violenta y llevaron a cabo decenas de acciones directas de protesta como cortar una pequeña carretera del valle, colgarse del Ayuntamiento…", recuerda Javier.

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Labores de limpieza de la costa de Muxía en 2003. Reuters/Miguel Vidal

DÉCADA DE LOS 2000: NUNCA MAIS

"El Nunca Mais fue un movimiento de protesta paradigmático, registrado en la memoria colectiva española y que nos emociona tanto aún. Sirve de vínculo entre el movimiento ecologista que ya estaba asentado en España y las nuevas generaciones que se sumaron a él con una nueva conciencia ecologista. Mucha gente joven se sumó a las tareas de limpieza y fue una escuela de educación ambiental, por desgracia, maravillosa", recuerda Raboso.

"Fue una lucha, además, que no solo implicó la protesta pacífica sino la necesidad de arregemangarse, y es eso lo que la hizo distintiva, la solidaridad con la que la gente se movilizó. A las zonas afectadas llegaron 115 000 personas, 1000 de ellas de otros países, que limpiaron 24 000 toneladas de fuel. Fue una experiencia de solidaridad tras un desastre medioambiental sin precedentes que dio lugar a la esperanza de ver cómo podemos movilizarnos cuando ocurren este tipo de desgracias", explica, y añade que "la Plataforma Nunca Mais, surgida a raíz de aquello, tuvo mucha capacidad de incidencia e interlocución política por las consecuencias y la gestión del que fue uno de los desastres medioambientales marítimos a la sazón más grandes de la historia no solo en España sino en el mundo, y articuló ese movimiento de corte político". Hoy la plataforma sigue operando en ocasiones puntuales y reclamando responsabilidades institucionales en asuntos que atañen al medio ambiente como los incendios en Galicia.

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DÉCADA DEL 2010: FRACKING NO

El activismo contra la fractura hidráulica o fracking, una técnica de extracción de hidrocarburos que consiste en inyectar a gran potencia y profundidad una mezcla de arena, productos químicos y cantidades enormes de agua para fracturar la roca y acceder al gas de esquisto es uno de los más recientes en nuestro país, aunque también uno de los menos conocidos.

La experiencia en otros países y numerosos estudios académicos muestran los graves perjuicios que esta técnica causa en la salud de las personas y del medio ambiente, que además utiliza grandes cantidades agua y agrava el calentamiento global, al liberar gas metano del subsuelo. "En torno a 2010 empezaron a aterrizar algunas empresas que se dedican a ello en España, en 2011 Patxi López anunciaba que Álava podría ser autosuficiente energéticamente durante 60 años porque se habían encontrado dos grandes bolsas que se podían explotar, y aquello generó un movimiento muy rápido de oposición en todo el Estado, ya que el subsuelo está regulado de manera estatal", cuenta Raboso.

12 ayuntamientos en Álava se declararon "Municipios libres de Fracking" en el año 2012, y muchas más entidades locales y regionales se fueron suscribiendo al movimiento. Incluso gobiernos autonómicos como el de Cantabria, La Rioja o Navarra aprobaron leyes para vetar la técnica contra el Estado Central, y esta demanda de organizaciones locales se consiguió articular institucionalmente, con la retirada de la mayoría de permisos para la explotación mediante fractura hidráulica.

Sigue a Ana Iris en @anairissimon.

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