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Cultură

La edad de oro de las pornochanchadas

El auge y la caída del imperio brasileño del deseo

Noite das Taras Nº 2 – Imagen cedida por David Cardoso y Cinemateca Brasileira.

En el centro de São Paulo hay una zona conocida como Cracolandia, un barrio lleno de prostitutas y mucha violencia por el tráfico de drogas. Durante los años 70 y 80, esas mismas calles estaban abarrotadas de cineastas y de musas que hacían realidad los sueños de cualquier calenturiento. En aquellos tiempos, esa región se conocía como Boca do Lixo (Boca de Basura), y era una fábrica de éxitos. Aunque Brasil estuvo bajo una dictadura militar, entre 1964 y 1985 Boca produjo más de 432 largometrajes, casi todos exitosos. La mayoría eran comedias sexy con muchos desnudos y un humor bastante enfermo. Se conocían como pornochanchadas. En Boca también se realizaron una variedad de películas de géneros como el drama, el western, experimental y thriller, y algunas se han convertido hoy en clásicos de culto, cuyas copias piratas comparten los aficionados brasileños en sus blogs. A sus 71 años de edad, Rodrigo Montana es el último cineasta que aún vive en la región. “Este lugar fue nuestra escuela. Es el Broadway de São Paulo”, me explica. “Mi sueño es hacer un Camino de la Fama, como el que hay en Hollywood. ¿Crees que se pueda?”, me pregunta con toda seriedad. La mayoría de las películas producidas en Boca eran obra de cineastas amateurs, y para atraer al público masculino y tener éxito, las películas contrataban actrices hermosas. Con el tiempo Boca reunió a todo un star system femenino, y muchas de ellas se convirtieron durante las siguientes décadas en iconos en todo Brasil. Helena Ramos, Matilde Mastrangi, Aldine Müller, Nicole Puzzi, Patricia Scalvi y Zilda Mayo fueron las musas de la primera generación. Aparecieron en portada de prestigiosas revistas para hombres y en los anuncios de las películas. Después llegaron las de segunda generación: Claudete Joubert, Zaíra Bueno, Vanessa Alves, Sílvia Gless y Zélia Martins, entre otras.

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Pornô! y As 6 Mulheres de Adão – Imágenes cedidas por David Cardoso y Cinemateca Brasileira.

“Además de producir As Seis Mulheres de Adão [Las seis mujeres de Adán], tuve el papel principal. Así que trabajé con seis mujeres. La más fácil de dirigir fue Shirley Benny, una morena hermosa delgadita. Es una lástima, simplemente desapareció”, nos cuenta el cineasta, actor y productor David Cardoso. Le encanta recordar historias de la época dorada. En los setenta, este joven rompecorazones se convirtió en un icono del cine de Boca. Los medios lo llamaban “El rey de la pornochanchada”. Esto se debía a que, además de actuar, Cardoso dirigía y producía sus propios éxitos con el estudio Dacar. Sus trabajos estaban llenos de mujeres hermosas y acción, aventura y suspense, influenciados por el cine norteamericano. Su primera actuación fue en el clásico Dezenove Mulheres e Um Homem (Diecinueve mujeres y un hombre). “He superado a muchas películas gringas. Yo fui quien sacó El Padrino de cartelera”, nos dice. En ese entonces, productores ejecutivos y exhibidores eran los amos del cine. En 1978, el cineasta Luiz Gonzaga dos Santos se preparaba para dirigir su primer largometraje, una película basada en la historia del escritor de São Paulo Marcos Rey: Mustang Cor de Sangue (Mustang color sangre). A los productores les pareció que el título no iba a atraer al público, así que la estrenaron con el nombre de Patty, a Mulher Proibida (Patty, la mujer prohibida). “Lo peor fue el cartel. Pusieron el nombre de dos actrices que ni siquiera existían, para que la gente creyera que la película estaba repleta de mujeres”. A sus 73 años, Gonzaga sigue sin podérselo creer. Pero las pornochanchadas no estaban restringidas a las películas taquilleras; algunos cineastas atrevidos experimentaron en otras direcciones. Directores como Alfredo Sternheim (con Pureza Proibida y Violência na Carne), Carlos Reichenbach (Amor, Palavra Prostituta y O Império do Desejo), Geraldo Vietri (Os Imorais) y Jean Garrett (A Mulher Que Inventou o Amor) desafiaban a la censura abordando en sus películas temas serios como la homosexualidad, la libertad sexual y el racismo.

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E agora José? – Imagen cedida por David Cardoso y Cinemateca Brasileira.

Los medios comerciales, sin embargo, siempre hablaban mal de las películas de Boca. La mayoría de los críticos las odiaban. Las excepciones eran periódicos como Noticias Populares, que cubría crímenes escabrosos, siempre ponía mujeres desnudas en primera plana y contaba con una columna sobre Boca del periodista Jota Santana, y algunas revistas para hombres como Homem, Privé y Fiesta. “Lo difícil era que muchos cineastas no querían hablar sobre su cinta, y yo no tenía tiempo de verla para escribir sobre ella. Así que nos poníamos creativos”, dice el periodista José Edward Janczukowicz, quien solía escribir sobre las pornochanchadas para la revista Big Man Internacional con el seudónimo de Edu Jancz. De 1974 a 1977, Cinema Em Close Up, del periodista Minami Keizi, se convirtió en la fuente oficial de noticias paulistas, con historias exclusivas sobre los equipos de filmación y actrices mostrando su belleza natural. Lamentablemente, las producciones de Boca empezaron a sentir el impacto de las películas con sexo explícito una vez la censura militar permitió la exhibición de Caligula, de Tinto Brass. Los expositores empezaron a presionar a los directores locales para que se pusieran a producir porno. En 1982, el italiano Raffaele Rossi estrenó el primer largometraje brasileño con escenas de sexo explícitas: Coisas Eróticas. Fue una película barata y, con cuatro millones de espectadores, muy exitosa.

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A Massagista y O Doador Sexual – Imágenes cedidas por José Luiz Benício y Cinemateca Brasileira.

El porno extranjero inundó Brasil. “Llegó un punto en el que todos querían películas con sexo”, dice Montana. Por eso no pudo sacar adelante su largometraje Rodeio de Bravos. “Era una cinta sobre el rodeo con clasificación G. Para todo los públicos, incluido el infantil. Los exhibidores no la aceptaron porque querían escenas más gráficas”. La mayoría de los cineastas, técnicos y actrices se alejaron de la industria del cine cuando Boca empezó a producir porno hardcore, más barato que una pornochanchada. Al no poder competir con las películas internacionales, las producciones XXX paulistas tuvieron que recurrir al espectáculo sexual y a la zoofilia. Incluso José Mojica Marins, el mundialmente reconocido Zé do Caixão, entró en el juego: A Quinta Dimensão do Sexo, 24 Horas de Sexo Explicito y 48 Horas de Sexo Alucinante. Durante casi una década Boca produjo más de 500 películas de porno hardcore. Actrices como Márcia Ferro, Sandra Midori, Sandra Morelli, Eliane Gabarron, Andrea Pucci y Débora Muniz tenían un amplio público. Cláudio Cunha, uno de los directores de pornochanchadas más prestigiosos, realizó sólo una, Oh Rebuceteio!, en 1984. “Me involucré sólo para hacer esa porno. Es quizá mi trabajo más personal, una especie de burla de las películas porno. Rebuceteio tuvo éxito, y años después se convirtió en una película de culto”. O Rei da Boca – Imagen cedida por Farah Prod. Cinematográficas Ltda y Cinemateca Brasileira. Durante la fiebre del porno, el director, productor y actor Sady Baby fue uno de los más famosos. Nadie podía filmar escenas más bizarras que las suyas. Baby, un maniático, tuvo muchos problemas con las autoridades brasileñas por hacer películas porno con niñas menores de edad (una de ellas, según se descubrió recientemente, su hija) y en estos momentos se encuentra en paradero desconocido. “Todos en Boca salieron ganando, porque hicimos películas completamente independientes del Estado”, dice Juan Bajon, director y productor de cine con una carrera sobresaliente en el porno. En total, este cineasta chino-brasileño dirigió 24 largometrajes hardcore. El porno fue el último momento de éxito de Boca. Se intentó en varias ocasiones volver a un cine menos explícito, pero todas sin éxito. Hacia finales de los 80, ni siquiera las producciones XXX brasileñas eran aceptadas por los exhibidores. Al mismo tiempo, la popularización de las videocassettes domésticas le dio un tiro de gracia a la industria y los cines en el centro de Sao Paulo empezaron a cerrar. Amadas e Violentadas – Imagen cedida por David Cardoso y Cinemateca Brasileira. Caminar por el viejo barrio de Boca do Lixo es triste. Las calles están llenas de drogadictos que parecen no tener casa, familia, ni trabajo. “El cine en este lugar se acabó. Es una lástima”, resume, con aire filosófico, el cineasta Rodrigo Montana. “Creo que lo único que nos queda son las historias”.