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Neurosis Urbanas: ¿qué están pensando los caleños antes de elecciones?

Bienvenidos a Cali, una ciudad donde el peatón y la bici importan un culo.

Cualquier cosa nos puede pasar en Cali en estas elecciones para alcalde 2015. Hemos sufrido decadentes alcaldías desde 1995 y la historia del prontuario de la Sultana del Valle da pena ajena. ¿Será que este año seguimos con la racha?

Veamos.

En los años recientes, los caleños hemos tenido la poca fortuna de tener como alcaldes a los siguientes personajes:

Mauricio Guzmán: destituido por vínculos con el narcotráfico en el proceso 8000. Ricardo Cobo: se le veía mas en el gimnasio marcando sus abdominales que en las oficinas de la alcaldía. John Maro Rodríguez, alias 'John Malo': cliente frecuente en los bares y bailaderos de la ciudad y funcionario ausente en las oficinas de la Alcaldía. Apolinar Salcedo: alcalde ciego quien, no obstante, tuvo la visión de "robarse" la ciudad y fue destituido por irregularidades en la contratación del sistema de recaudo de impuestos de la ciudad. Jorge Iván Ospina: destituido un mes antes de terminar su mandato.

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Finalmente, Rodrigo Guerrero: a sus 77 años y luego de su segundo mandato, deja a una ciudad sin soluciones de movilidad, con un nivel de inseguridad alto y, sobretodo, con una crisis de agua jamás vista antes. Así es: en Cali no tenemos agua cuando hay verano, pero tampoco cuando hay lluvia.

Ahora, tendremos que escoger entre dos empresarios de diversa estirpe —Mauricie Armitage, empresario consagrado los sectores azucarero, cementero y siderúrgico, y Roberto Ortiz, hecho a pulso en el negocio del chance—, y un vicepresidente exsindicalista, Angelino Garzón.

No sabemos quién ganará. Todos están parejitos. Tampoco sabemos si con el ganador nos esperará el mismo destino de siempre.

Como no podemos resolver aún ninguno de estos interrogantes, por lo menos veamos, ¿a qué líos se enfrentará durante cuatro años uno de estos angelitos?

Al igual que la mayoría de las ciudades colombianas, en Cali tenemos un tema crítico: la movilidad. Pertenezco al grupo de peatones caleños y la sufro todos los días. Somos nosotros quienes hemos sido relegados en una ciudad que nunca ha sido pensada para otra cosa diferente que para que corran los carros particulares. Ahora, cuando quiero pasarme de la calle al MIO, nuestra versión de Transmilenio, la situación no mejora un pelo. De acuerdo con la Encuesta Cali Como Vamos, el sistema de transporte masivo MIO entre 2013 y el 2014 pasó de tener 731 buses a 690 cuando los operadores cuentan con un total de 903 vehículos para suplir las necesidades de movilidad del sistema (surreal, ¿no?). Para colmo de males, si uno quiere quejarse, no sabe ante quién: entre los operadores, los dueños de los buses y Metrocali se tiran la pelota, así que la existencia de una liga de usuarios del MIO es, simplemente, un muy mal chiste.

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Admitámoslo: el sistema pasó de ser algo muy querido por todos nosotros a convertirse en un mal necesario, a menos que uno se atreva a usar uno de los transportes pirata que hoy abundan como nunca antes. Los motorratones, los colectivos y los carros particulares han suplido lo que debería hacer el MIO, con el problema que ninguno de ellos cumple con los requisitos legales y en algunas oportunidades es muy peligroso. (Tengo que confesar que prefiero caminar a coger un pirata. Me aguanto los piropos cochinos en la calle antes que montarme a un pirata corriendo el riesgo de pasar por un mal momento).

Y ni hablar de los accidentes que vemos a diario en nuestras calientes calles, donde las motos son campeonas. ¿Qué onda con las motos? ¿En qué momentos dejamos que la ciudad se convirtiera en una parada de motociclistas que andan desmierdados, como si los hubiera echado la novia y no hubiera mañana? Cuando era niña, no había más que unas cuantas motos en las calles; hoy, en cambio, hay más de 820 mil, según la Secretaría de Tránsito de Cali (¡una moto por cada tres habitantes!). Con plaga descontrolada y la ausencia absoluta de sensatez en los conductores, no me sorprende que mensualmente haya un promedio de 542 accidentes en la ciudad.

¿Quiénes son los que más la llevamos con la motomanía caleña? De nuevo, los peatones: las motos, cual moscas hambrientas, se montan en los andenes a las horas pico sin importar cuántos de nosotros estamos en ellos. ¿Quién los controla? Nadie. Los guardas están demasiado ocupados en cobrar las fotomultas de los carros particulares y ganarse una platica extra, como para andar controlando esta estampida abusiva en contra del espacio público.

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La tristeza más grande se la llevan los ciclistas urbanos de mi bella Cali. El porcentaje es altísimo: 12.6%, según encuesta de la Escuela de Salud Publica de la Universidad del Valle. Es decir, al día pueden estar 500 mil ciclistas andando por toda la ciudad. No es sino pararse en sitios estratégicos como la 44 con 8ª, en pleno Parque de la Cana, para ver a los ciclistas que van a su trabajo, a su colegio, a su universidad, muchos en familia. Y aquí viene la mala noticia: no existe una cicloinfraestructura para esta gran número de amantes de la bici. Al contrario, en Cali, hay que estar dispuesto a morir por la causa para atreverse a montar en bicicleta: toca atajar carros, esquivar MIOs, salir a toda por sitios peligrosos para evitar el robo y, por supuesto, la muerte. Ninguna alcaldía, NINGUNA, ha hecho algo por estos valiosos ciudadanos. La de Guerrero los quería bajar de la cicla para suplir el déficit del MIO, para nada más pensó en ellos.

Todos los candidatos coinciden en que la movilidad mejorará si se da la solución de integrar todos los sistemas de transporte: el MIO con los colectivos, con las gualas ( los jeeps que suben a las laderas) y con los piratas. Armitage va un poco mas allá con el tema de las motos y él, siendo motociclista de corazón y de razón, pide que la moto sea una solución a la movilidad en Cali y no un problema, afirma que los parrilleros no siempre son galafardas sino que también va gente honesta y por eso quiere quitar la prohibición del parrillero. De todas maneras no habla de peatones y dice que la moto es una bicicleta con motor.

Roberto Ortiz habla de integralidad y, como siempre, se monta en la fórmula ganadora de salvar al MIO. Habla nuevamente del anillo vial de la autopista Simón Bolívar, la ampliación de calles tan congestionadas como la Cañasgordas y la Ciudad de Cali. Es decir, más de lo mismo, soluciones sólo para traer mas carros particulares a la ciudad. ¿Y qué decir de Angelino Garzon, quien quiere institucionalizar el día de la bicicleta siendo que en Cali todos los días es el día de la bicicleta?

Como si esto fuera poco, , existe un gran chance de que el próximo alcalde enriquezca el prontuario al que me referí empezando este artículo: Garzón tiene un fallo pendiente por detrimento al departamento del Valle del Cauca; Ortiz es un empresario del chance y nunca ha ocupado un cargo administrativo municipal y Armitage es un empresario conocido en la ciudad pero que desconoce la ciudad, tanto que no asistió a ningún debate. Ninguno es independiente y a todos los rodean esos políticos tradicionales del Valle del Cauca, los que ya no queremos padecer, los que creíamos estaban extintos, los jurásicos pero que ahora saldrán mas fortalecidos que nunca.

Kathy esperiodista y productora audiovisual. Trabaja por Cali con los panas de La Ciudad Verde y aparece por Twitter como @chigorodo