Daniel Arsham, el artista daltónico obsesionado con el color

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Daniel Arsham, el artista daltónico obsesionado con el color

Su nueva serie de instalaciones, 'Hourglass', explora el tiempo a través de relojes de arena y un jardín zen monocromático.

El pasado septiembre, el artista Daniel Arsham protagonizó un documental en el que explicó la experiencia de ver el color por primera vez, utilizando gafas especiales para aliviar su ceguera a los colores rojo y verde. Ese momento revelador lo inspiró a aplicar color a su antigua serie de esculturas monocromáticas Future Relics (Reliquias futuras), moldes de objetos cotidianos como cámaras y guitarras vistos como reliquias en decadencia.

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"A pesar de que soy capaz de ver un rango más amplio de colores con estos lentes, no es como si pudiera ver el arcoíris", dice Arsham, sugiriendo que su uso del azul y el morado en chaquetas y equipos deportivos en el "Circa 2345" de la Galerie Perrotin el pasado otoño fue, al final, una decisión modesta.

Arsham innovó en su uso de materiales, inventando impresionantes nuevos procesos para añadir calcita cristalina, amatista y acero a los detalles erosivos de sus moldes escultóricos, hechos usualmente de yeso, cemento, ceniza volcánica, arena y vidrio. "La base de las técnicas que uso está bien establecida en la historia del arte, pero los materiales que utilizo no han sido empleados tradicionalmente de esa forma", explica.

La nueva exposición de Arsham, abierta hasta el 21 de mayo de 2017, en el High Museum of Art de Atlanta, mantiene esos desarrollos estéticos con nuevas adiciones: performers y narración auditiva. Titulada Hourglass, la exposición de dos pisos está compuesta de tres instalaciones: un tradicional jardín zen japonés con arena azul, una cueva de amatista morada de equipos deportivos y un conjunto de relojes de arena llenos de cristales que caen sobre las Reliquias futuras.

"He estado pensando mucho sobre la arqueología en los últimos diez años en relación con mi trabajo", dice Arsham. "Esa idea de un entierro y desentierro continuo es a donde intento llegar con estas piezas individuales".

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Para el audio que se escucha a través de la instalación con relojes de arena en el primer piso, Arsham grabó a un niño desconcertado recitando un monólogo sobre el descubrimiento de esos artefactos irreconocibles. Periódicamente, un performer aparece para rotar los relojes de arena.

En el segundo piso, la voz de un narrador adulto describe el jardín zen, como si fuera una versión más madura y grande del niño. Otro performer rastrilla el jardín, a quien Arsham describe como "un académico o ermitaño en el futuro".

"Cuando subes las escaleras, te das cuenta de que todo el espacio mismo es un ciclo continuo de tiempo, como un reloj de arena", dice Arsham. "Esta es mi primer proyecto y experimento usando este tipo de diálogos y narración sobre una exposición, pero son monólogos muy poéticos".

El jardín zen, como nueva referencia para Arsham, habla profundamente sobre esta nueva expresión del tiempo. "Una de las cosas más impactantes sobre pasar tiempo en Kyoto y al sur de Japón es que hay muchos templos que se han mantenido casi idénticos por décadas", dice. "Los jardines, la posición de las piedras y el rastrillaje de la arena han ocurrido por cientos de años, intactos, cada día. Esos edificios, aunque se sienten presentes para nosotros, esencialmente atraviesan el tiempo".

"No hay intervenciones tecnológicas en esos templos", añade Arsham. "Lo único que cambia es la gente".

Para saber más sobre Hourglass de Daniel Arsham en el High Museum of Art Atlanta, haga clic aquí.

Este artículo fue publicado originalmente en Creators, nuestra plataforma de arte, diseño y tecnología.