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Comida

El “Yoga de la ira” quiere que bebas cerveza mientras te ejercitas

Seguramente Paramahansa Yogananda, autor de 'Autobiografía de un Yogi', está revolcándose en su tumba al ver este nuevo tipo de "yoga".
Photo via Flickr user aendrew

Paramahansa Yogananda, autor de Autobiografía de un yogi, está revolcándose en su tumba. Al igual que B.K.S. Iyengar. Bikram Choudhury, por el contrario, sólo está rodando los ojos hacia arriba mientras suda sumido en una pose de yoga. ¿Por qué todo este desdén yogi colectivo? Deben haber oído hablar del Yoga de la ira, el último "cerebro de bebé" (sus palabras, no las nuestras) de Lindsay-Marie Istace.

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Istace está tomando clases de Yoga de la ira en el sótano escasamente iluminado de Dickens, un bar en Calgary, Canadá. "Debes esperar que haya groserías, risas y engaños. Si esto te ofende, el Yoga de la ira no es para ti". Istace promete que su marca especial de yoga te dejará "zen, como la mierda".

Por cierto, cuando te registras, consigues boletos para dos pintas de cerveza al precio de descuento de $4.00 dólares cada una. Las clases se llevan a cabo el lunes o miércoles por las noches desde enero.

Istace es contorsionista, tragafuegos y malabarista que se presenta a sí misma como una "artista de tiempo completo". Le dijo a CBC News, "Cuando empecé a ir a clases de yoga, sentí que realmente no encajaba en todos esos estudios. (Tienen una) aproximación muy inexpresiva, seria, demasiado serena hacia las cosas. Y yo simplemente no soy así".

Istace le explicó a MUNCHIES que la idea se le ocurrió "durante una ruptura muy dolorosa de una relación larga". Ella dice que sintió como si "el mundo entero se estuviera rompiendo" y por lo tanto su práctica de yoga adquirió un nuevo tono: "Durante ese tiempo mi práctica se volvió mucho más maldiciente. Estaba enojada, dolida, confundida y mi tiempo en el tapete se convirtió en un refugio seguro para dejarme ir y volver a conectar con mi cuerpo".

Así nació una empresa. Istace explica: "Bromeaba con unos amigos en las redes sociales acerca de mí haciendo Yoga de Ira y de pronto eso se convirtió en un curso de yoga de una sesión." Desde entonces, el curso ha mejorado y se volvió un evento regular en Dickens. "Fue muy divertido y a mucha gente le gustó la idea", dijo Istace.

Aunque pueda parecer extraño hacer yoga en un bar, dice Istace, "Dickens es un sótano-bar funky con bastantes clientes regulares y un fuerte sentido de la comunidad. Los clientes frecuentes del bar ha sido muy respetuosos". Ella explica que de vez en cuando un cliente echa un vistazo a la clase, pero generalmente, "se largan cuando se dan cuenta de que es una clase privada de yoga". En resumen, dice Istace: "¡El sentimiento general del bar es de buena aceptación!"

Y, ¿cómo se mezclan el yoga y la cerveza? "No tenemos problema en que la gente se emborrache", Istace nos dijo. Aunque sus estudiantes pueden beber cuando quieran –antes, durante o después de clase– dice. "A lo mucho, los practicantes podrían terminar una pinta durante la clase".

Sobre el tema del alcohol y el yoga, Istace dice que el Yoga de la ira la ayudó a lidiar con sus propios problemas de adicción. Y afirma que tiene un efecto de mejora en sus estudiantes: "Tan pronto como se meten en las secuencias, tienden a beber más lento de manera natural".

Suena como un ejercicio adecuado tanto para tu yo interno aspirante a Dios, como para tu lado tipo Hemingway. El antiguo arte del yoga puede que nunca sea el mismo otra vez.