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El documental sobre la persecución de artistas urbanos iraníes

Zeinab Tabrizy y Paliz Khoshdel son los cineastas detrás de este peligroso documental grabado en Irán, donde el arte callejero es igual de perseguido que el satanismo.
Todas las imágenes cortesía de los cineastas.

Para el gobierno iraní, el satanismo y el arte callejero son sinónimos: ambos ilegales e inmorales. Al igual que contra el satanismo, el país está buscando a los artistas urbanos por “difundir la cultura de occidente,” litigándolos y encarcelándolos. Mutiny of Colors, un documental de los cineastas iraníes, Zeinab Tabrizy y Paliz Khoshdel, narra este conflicto.

Los cineastas siguen a cinco artistas callejeros preeminentes, en yuxtaposición con los esfuerzos del gobierno en contra del graffiti, cuatro partes y extensas entrevistas. En orden de aparición, el film incluye a CK1, uno de los artistas callejeros formativos de Irán, Omet quien se caracteriza por usar tipografía persa y diseñar playeras, Icy & SoT, hermanos y expertos en stencil, y finalmente, Lady Green, descrita por los cineastas como una de las “artistas femeninas con más coraje.”

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Además, el arte urbano no está incluido dentro del Ministerio de Cultura, y está bajo la sombrilla de la censura de las Guías Islámicas, la estricta municipalidad condena esta práctica. Policías, oficiales de inteligencia y sus fuerzas, trabajan para encontrar a estos artistas, con cámaras de vigilancia intentan arrestarlos y después cubren sus obras con pintura gris. Cuando Tabrizy y Khoshdel comenzaron a filmar en el 2012, se encontraron frente a algo: ¿Cómo haces una película de arte ilegal sin poner en riesgo la vida de los artistas?

“El primer desafío fue que los artistas urbanos confiaran en nosotros y accedieran a ser filmados. La mayoría de ellos tenían miedo de ser reconocidos, razón por la que no querían cooperar con nosotros,” explicó Tabrizy a The Creators Project. “Después de largas negociaciones con ellos, finalmente logramos convencerlos de aparecer usando máscaras artísticas personalizadas—diseños más apegados al de un superhéroe que al de un villano.

Cuando los artistas estaban en acción, la protección no era posible. Con la prioridad en grabar, Tabrizy y Khoshdel aplicaron para la obtención de una licencia que les permitiría grabar en Tehran. Además, “bajo ninguna circunstancia es legal el arte urbano, mucho menos filmarlo,” explica Tabrizy. Mientras Tabrizy y Khoshdel han borrado la cara de los artistas para el documental, fuera en las calles, los cineastas y los artistas enfrentan nuevos peligros. “Claro que fuimos interrogados por la policía y los servicios de inteligencia en algunas ocasiones,” continúa. “Y a cada momento esperábamos que la policía nos capturara.”

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Muchas veces estuvimos cerca. “En una ocasión que grabábamos la pintura gris del gobierno, una patrulla se detuvo y nos dijo que para evitar que nos retiraran la cámara, debíamos borrar todo lo documentado… En otra ocasión, estábamos grabando y los oficiales llegaron a decirnos que llevaban media hora observándonos. Nos echaron quitándonos identificaciones, teléfonos celulares e intentando tomar la cámara.”

Durante los tres años que tomó la realización de Motín de Colores, dos de los involucrados fueron deportados a su ciudad, de la misma forma que incontables artistas iraníes. La producción y la post-producción también trajeron nuevos obstáculos al camino de los cineastas. “Tuvimos muchas dificultades para fondear nuestra producción, donde lamentablemente ninguna organización iraní nos pudo ayudar, puesto a que prácticamente nadie está preparado para fondear este tipo de películas,” continúa la cineasta. Habla a partir de la experiencia: en 2010, Sultanes Callejeros, su primer documental sobre practicantes de parkour iraníes, perdió su financiamiento, y fue censurado y discontinuado por el gobierno iraní.

Finalmente, sin financiamiento detrás, “decidimos invertir personalmente en el proyecto,” dice Tabrizy. Cuando el presupuesto personal se agotó, el dueto lanzó una campaña en Kickstarter que nunca completó su meta.

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