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Esta lámpara mascota hará tus noches de estudio mucho más agradables

Las bombillas muscar están cubiertas de una fibra con tacto de peluche que puedes acariciar sin problemas.

Todas las fotos por cortesía de Lina Patsiou. Aquí tenéis una bombilla que se puede estrujar, acariciar, tocar y usar casi en cualquier parte sin peligro a quemarte. Las muscars son unas lámparas que no necesitan soporte porque la temperatura alcanza niveles totalmente tolerables para las personas. La cobertura de esta luz está diseñada con una superficie peluda, casi animal, por dos razones que encajan como una casualidad. Su imitación de pelo es muy agradable al tacto pero, al mismo tiempo, también es muy útil para ampliar la superficie de dispersión del calor generado por la bombilla del interior.

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La idea es un proyecto académico de Lina Patsiou, una diseñadora industrial griega afincada en Londres desde hace unos años. Ella misma nos comentaba que mucha gente adquiere su lámpara pensando en sus hijos, “los niños adoran las muscars porque son como animales brillantes que dan gusto tocar”. Por eso durante la investigación para crearlas puso mucho interés en conseguir el equilibrio perfecto entre calor y emisión de luz con toda seguridad. Estas bombillas de colores pueden usarse para estudiar, para poner sobre la alfombra, acompañarte en la oscuridad y hasta dormir junto a ellas. Ahora bien, nunca deberían ponerse a cubierto dentro de la cama o en lugares que dificulten que el calor se disipe.

Patsiou crea productos que intentan cambiar aspectos de la vida cotidiana, porque “el diseño determina la forma en que nos relacionamos con los objetos y nuestro día a día”. Tras descubrir el flocking (un proceso consistente en la colocación de pequeños copos sobre una superficie hasta cubrirla) cuyos resultados se parecen al terciopelo de pega y otros acabados horteras, se animó a probarlo tratando de alcanzar esa estética y forma de peluche. Un hallazgo sacado del mercado japonés le dio a Patsiou la clave: una fibra para cubrir radiadores y poner los pies encima sin quemarte; una fibra que precisamente podía someterse al flocking.

El sonoro nombre de muscar está sacado del latín muscarillo y del rumano muscar, un ratón pequeño y un pájaro respectivamente, en referencia a animales que no solemos acariciar. Lo mismo que las lámparas.

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