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OFFF: Tecnología y creatividad compartidas con el mundo

Culminó la tercera edición de OFFF México y estas son nuestras impresiones del festival que celebra la creatividad.
Imágenes Vía

¿No existe?, créalo. ¿Funciona?, compártelo.

El festival OFFF en México reunió a artistas cuya necesidad de creación los empujó a hacer sus propias herramientas, a usarlas hasta la perfección y a compartirlas: los principios del movimiento maker a nivel global fueron fuente de inspiración para una jornada doble de diversas disciplinas en la capital del país. Y es que lo que existe a veces no alcanza para llevar a cabo las ideas que gente como Alejandro Machorro, miembro de Poppler o las creadoras de la identidad gráfica del mismo festival, las Flaminguettes.

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“Siempre nos dimos cuenta de que lo que teníamos que hacer era hacer lo que necesitábamos para realizar nuestras cosas. Porque no hay otra forma de tener el control total de lo que está sucediendo entre las computadoras si no lo estás haciendo tú, entonces decidimos empezar el infinito camino de desarrollar nuestro propio software”, dijo Alejandro Machorro, miembro de Poppler, uno de los estudios que conforman Cocolab. NUUP es un software que incluye elementos mayas en su ADN, es desarrollando en Poppler que es dirigida por Eduardo Roman, y su fin es facilitar a los artistas gráficos y multidisciplinarios, la tarea de programar interfaces que hagan una realidad las ideas y los sueños multimedia de los que lo necesiten.

NUUP, cuyo nombre en maya quiere decir “conexión”, funciona de manera intuitiva mediante enlaces de nodos y datos en una interface de colores inspirada en los códices mayas. El fin de esto, de acuerdo a sus creadores, es tener más control de lo que se ejecuta en un programa común con un ahorro de hasta el 90% en la inversión de herramientas y software en un proyecto. Sin embargo, la principal misión de NUUP será hacer que diseñadores y demás artistas visuales, puedan realizar experiencias multimedia de manera sencilla y orgánica. Diseñar la felicidad Medir la felicidad es muy común actualmente, los índices de felicidad en diversos países, incluyendo México, son las notas más leídas y compartidas los días que se dan a conocer los resultados de conteos, encuestas o estudios sobre este tema; mismos que la gente sigue viendo ajeno y lejano. Pero diseñar los factores para medirla y al final provocarla, sólo lo puede hacer un artista.

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Stefan Sagmeister presentó en México su trabajo multidisciplinario “The Happy Show”, una exposición que visitó diversas ciudades alrededor del mundo en la que todo el diseño y el montaje estaba inspirado en cómo la gente experimenta la felicidad, misma que no hubiera sido posible sin elementos científicos de medición, de la tecnología aplicada y de un elemento 100% humano. “Es importante que el diseño no se deshumanice, que no parezca producto de una máquina, tiene que ser humano y muy emotivo”, dijo Sagmeister dentro de su conferencia, en la que incluyó dos chistes sobre blowjobs, una adaptación del himno a la alegría en versión karaoke y los elementos que componen la felicidad.

La tecnología no solamente manejada, sino intervenida por los sentimientos humanos la hace cercana a los espectadores; tal y como lo experimentó Sagmeister con los asistentes a OFFF, cuyo nivel de felicidad estándar culminó con una catarsis de aplausos y gritos. El sueño multimedia Un rostro, una explosión de color, de repente el día, una noche intempestiva, truenos y finalmente, la serenidad de unos niños en cualquier plaza de Japón.

El cierre de la edición 2014 también estuvo en manos de un artista cuyos recursos tienen como objetivo destapar la belleza y sencillez cotidiana mediante herramientas digitales y analógicas para mostrarla al mundo. Takagi Masakatsu es uno de los artistas digitales multidisciplinarios más trascendentes de Japón, ha trabajado con David Sylvian, y su talento para fundir de manera orgánica las imágenes y los sonidos lo han llevado a musicalizar películas como Wolf Children y a realizar más de 18 producciones discográficas.

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El set de Masakatsu es un viaje onírico a los paisajes cotidianos de Japón, creados mediante explosiones de colores, de acuarelas acompañadas de sonido tanto digital como análogo. El recorrido a lo largo de los tracks de Masakatsu podría ser el equivalente oriental a la Invitación al Viaje de Charles Baudelaire en París, o el sonido del nacimiento de los impresionistas en la segunda mitad del siglo XIX.

Lo complejo lo deja atrás en la etapa de composición, y se sume en un sueño profundo entre su piano y las texturas de sus animaciones.