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Sumérgete en el primer museo submarino de Europa

Los últimos trabajos de Jason deCaires Taylor duermen con los peces de las Islas Canarias.

Rubicon. Todas las imágenes son cortesía del artista

Cerca de la Isla de Lanzarote, en las Islas Canarias, el Océano Atlántico parece una escena de calma, pero en lo profundo, las aguas azules ocultan una fuerte intervención escultural. Debajo del mar, 14 metros abajo de la superficie, hay 300 obras de concreto de tamaño humano, esperando a ser lentamente subsumidas por la delicada vegetación marina. Bancos de peces nadan entre las esculturas, las cuales parecen congeladas por el tiempo.

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Cada humanoide acuático está realizado a partir del molde de una persona real; visten ropa contemporánea y parecen estar tomando parte de actividades diarias, como leer un libro o jugar en el balancín de un parque. Caprichoso y espiritual, este proyecto es el último trabajo del escultor y activista medioambiental, Jason deCaires Taylor, conocido por sus sorprendentes instalaciones submarinas alrededor del mundo. Su último trabajo, el Museo Atlántico Lanzarote, consiste de 12 evocativas instalaciones, cada una haciendo referencia en algún problema humanitario actual.

La Balsa de Lampedusa

Taylor completó su primera colección de esculturas submarinas en el 2013: el Museo Subacuático de Arte, en la costa de Cancún en México. Atmosféricas y conmovedoras, las esculturas de Taylor parecen pensativas, siendo contemplativas. Cada escultura tiene los ojos cerrados, dando a las figuras un ambiente pensativo y fantasmal. “Cada pieza está moldeada a partir de gente real”, comenta Taylor a The Creators Project. “Cada una de las esculturas tiene sus ojos cerrados, no sólo para proteger los ojos del sujeto, sino porque le da una calidad soñadora y atemporal”. Cada escultura representa un diferente tipo de persona en el mundo actual, creando un diálogo para el entendimiento de la diversidad social, mientras refleja a los vivientes humanos a partir de los cuales fueron moldeados.

El Museo Atlántico difiere del previo trabajo de Taylor en el hecho de que contiene un jardín botánico, un muro de 30 metros y 200 esculturas dispuestas en un giro. “Este proyecto es muy diferente de Museo Subacuático de Arte, no sólo es un proyecto arquitectónico (por haber construido un muro de 30 metros) sino en términos del ambiente y el ecosistema en el cual la colección está localizada”, explica Taylor. “El Océano Atlántico tiene un ecosistema y condiciones muy diferentes a las del Mar Caribe, donde se localiza mi primera colección. El Atlántico es un azul opaco y no un océano claro como el Caribe. El medio ambiente le da a mis esculturas una sensación diferente y hace de esta colección algo mucho más atmosférico”.

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No sólo es estéticamente complaciente, el trabajo de Taylor combate el actual debilitamiento del ambiente marino. Sus creaciones juegan un rol importante en la conservación del océano, no sólo poniendo atención a preocupaciones medioambientales, que a veces son pasadas por alto, también actuando como arrecifes artificiales, creando hábitats para que los peces y los corales florezcan en partes del mundo donde estos ecosistemas están en peligro. Su trabajo crea un fuerte caso sobre el rol que los humanos juegan en nutrir y apoyar la vida marina.

Museo Atlántico no sólo combate problemas medioambientales, también señala problemas humanitarios. Por ejemplo, La Balsa de Lampelusa retrata a una grupo de migrantes en su difícil viaje a Europa. “Para mi, este proyecto es diferente porque me estoy acercando a problemas divergentes. No sólo mi esculturas señalan problemas aguamarinos, también el cambio climático, la inmigración y otros problemas humanitarios”, comenta Taylor. “Cada una de las 12 instalaciones está colocada en un camino linear. Cada instalación pinta una historia particular, ilustrando un mensaje prevalente que necesita señalarse en la sociedad actual”.

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Mira más imágenes de las esculturas submarinas de Taylor, aquí.

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